
El año 2025 ya es historia. Era el año del bicentenario y, en la expectativa popular, debían ser 12 meses de festejos y entrega de obras de impacto nacional; pero, en lugar de eso, tuvimos unas semanas de euforia que tuvieron mayor trascendencia en Sucre, la capital del Estado y escenario del nacimiento de Bolivia.
El festejo por el bicentenario debió ser nacional, pero no lo fue. El gobierno de Luis Arce fue incapaz de, por lo menos, reproducir el gran desfile nacional que se realizó con motivo del centenario, pues la agenda de festejos fue un relleno de acontecimientos mayoritariamente intranscendentes.
Si no hubiera sido por el esfuerzo de los chuquisaqueños, el bicentenario habría sido todavía más apagado. Además, quienes lo salvaron fueron los investigadores que tomaron el año como un hito en el que presentaron resultados de investigaciones, ya sea en forma de libros o en encuentros, seminarios y convenciones. Entre estas excepciones destacan las carreras de Historia de las universidades Mayor de San Andrés y San Francisco Xavier, y los escritores e historiadores que presentaron sus trabajos en este año. Desde Potosí, apuntamos los libros de Juan Javier del Granado y Rossana Barragán. En mi caso, abrí el año el 8 de enero presentando un documento original vinculado a la Batalla de Tumusla, y lo cerré el 29 de septiembre, cuando el Concejo Municipal aprobó, por fin, las correcciones al escudo de Potosí que había presentado ya en 2023.
Por esos y otros apuntes que fuimos publicando a lo largo de 2025, el bicentenario oficial fue la sombra más notoria del año recién pasado y pasa a la historia como un ejemplo de lo que no se debe hacer.
En el otro extremo está el cambio de gobierno, pues no se limitó a la salida de unos para la entrada de otros. La llegada de Rodrigo Paz representó, además, el cambio de un modelo económico que ha demostrado, con la prueba irrefutable de 20 años de ejercicio, que no puede aplicarse en Bolivia.
Paz Pereira tardó más que su tío abuelo Víctor en aplicar medidas de ajuste y, por ello, las reacciones —y los efectos de estas— han llegado hasta el cambio de año; todo apunta a que proseguirán, por lo menos, en los primeros meses de 2026.
Este cambio merece un análisis aparte, y el reducido espacio de esta columna no es el más apropiado para ello.
Baste decir que, por ahora, la oposición al Decreto Supremo 5503 es ejercida por elementos identificados con el MAS, así que, más que técnicos, sus argumentos son ideológicos. Se acusa a la norma de favorecer a la derecha, y esa manera de dividir las tendencias ya es anacrónica.
La división de “izquierda” y “derecha” viene de la Revolución Francesa, de la ubicación que tomaron los conservadores (aquellos que no querían cambios) y los revolucionarios (los que propugnaban cambios), pero eso ocurrió en 1792… ¡hace más de dos siglos! Hoy en día, el análisis de los hechos actuales debe partir, primero, de lecturas económicas y no basarse simplemente en la posición ideológica de las personas.
Si comenzamos a hablar de teorías económicas y sociales actuales, en lugar de repetir viejas recetas que ya no funcionan, habremos dado un gran paso en el año recién iniciado.
Juan José Toro Montoya es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.



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