

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha anunciado que presentará una moción ante el Consejo de Ministros para destituir al jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (Shin Bet), Ronen Bar, en una votación prevista para el próximo miércoles. La decisión llega tras meses de tensiones entre ambos, agravadas por los fallos de seguridad que permitieron los ataques del 7 de octubre de 2023, cuando terroristas palestinos asesinaron a más de 1.200 personas en territorio israelí.
Netanyahu justifica el cese alegando una “pérdida de confianza” en Bar, a quien responsabiliza de los errores que facilitaron la masacre. En un comunicado, el primer ministro afirmó que “es crucial rehabilitar la organización y evitar que se repita un desastre como el del 7 de octubre”. Sin embargo, Bar ha rechazado las acusaciones, señalando que la investigación del Shin Bet también apunta a “indiferencia prolongada y deliberada” por parte de la cúpula política, incluyendo a Netanyahu, ante las advertencias de la agencia.
La crisis se intensificó esta semana cuando el Shin Bet publicó un informe en el que asumió parte de la responsabilidad por los fallos, pero también destacó la financiación qatarí a Hamás como un factor clave. Además, investigaciones periodísticas sugieren que fondos provenientes de Qatar habrían sido canalizados a asesores cercanos a Netanyahu, lo que añade un trasfondo político al conflicto.
Bar, quien prefería dimitir en lugar de ser cesado, ha acusado a Netanyahu de imponer una “expectativa ilegítima de lealtad personal” que contradice el interés público. “El deber del Shin Bet es con los ciudadanos israelíes, no con el primer ministro”, declaró. También ha instado a continuar las investigaciones sobre el 7-O, afirmando que “el público tiene derecho a saber qué condujo a la masacre y al colapso de la seguridad”.
La fiscal general del país, Gali Baharav-Miara, ha advertido que cualquier decisión sobre el futuro de Bar debe ser consultada con su departamento, algo que no ha ocurrido hasta ahora. Este enfrentamiento entre Netanyahu y Bar no solo refleja una profunda división interna en el gobierno israelí, sino que también plantea serias dudas sobre la estabilidad de las instituciones de seguridad en medio de un conflicto que sigue marcando la agenda política y social del país.
El desenlace de la votación del miércoles podría tener implicaciones significativas para la gestión de la guerra actual y la credibilidad del gobierno israelí en un momento crítico para su seguridad nacional.
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