

El río Amazonas, el más caudaloso del mundo, está cambiando su curso y desplazándose hacia Perú, reduciendo progresivamente el flujo que pasa por Colombia. Este fenómeno, documentado por estudios científicos, amenaza con dejar al puerto de Leticia sin acceso directo al río en los próximos años.
Una frontera en movimiento
La disputa por la isla Santa Rosa, en la triple frontera entre Colombia, Perú y Brasil, evidenció un problema mayor: la dinámica natural del Amazonas está alterando los límites establecidos hace un siglo. Mientras Perú afirma que la isla es parte de su territorio, Colombia insiste en su soberanía, pero el verdadero desafío es el cambio en el cauce del río.
Según mediciones recientes de la Universidad Nacional de Colombia, solo el 19,5% del caudal del Amazonas fluye actualmente por los brazos colombianos, frente al 70% que pasaba por allí en los años noventa. El resto se dirige hacia Perú, donde la erosión y la sedimentación están reconfigurando el río.
Riesgo para Leticia
El ingeniero Juan Gabriel León, quien lideró el estudio más reciente el 25 de junio, advirtió que, durante la temporada seca, el agua podría dejar de fluir completamente frente a Leticia. «En septiembre u octubre, es muy probable que ni siquiera pase agua por el lado colombiano», señaló.
Las proyecciones de la Armada colombiana ya anticipaban este escenario para 2030, pero el proceso se está acelerando. En el estrecho de Nazareth, el caudal principal del Amazonas registró 55.900 metros cúbicos por segundo, pero solo 10.900 m³/s correspondían a los canales de Colombia.
Causas naturales, consecuencias políticas
El desplazamiento del río responde a procesos naturales de sedimentación y erosión. Mientras los brazos colombianos pierden profundidad, el lado peruano gana fuerza. Este cambio no solo afecta la navegación y el comercio en Leticia, sino que también redefine la frontera fluvial entre ambos países.
Aunque la disputa por Santa Rosa ha generado tensiones diplomáticas, el verdadero reto es adaptarse a una realidad geográfica en constante evolución. Sin intervención, Colombia podría perder su conexión directa con el Amazonas, un recurso vital para su región sur.
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