

La tiranĆa, la autocracia y el populismo autoritario āesa corriente polĆtica que desprecia los derechos individuales y las libertades colectivasā no han dejado de multiplicarse en Bolivia. Sus exponentes podrĆ”n discrepar sobre el manejo errĆ”tico de la economĆa, el arraigo de la corrupciĆ³n o el despilfarro de recursos pĆŗblicos, ya sea en tiempos de bonanza o de crisis. Pero cuando se trata de vulnerar los derechos humanos, actĆŗan con idĆ©ntica desvergĆ¼enza.
Evo Morales y Luis Arce han dado pruebas contundentes de su menosprecio por los derechos de quienes, circunstancialmente, se convierten en sus adversarios polĆticos, sociales, indĆgenas o empresariales. Basta recordar la confesiĆ³n de GarcĆa Linera sobre el Ā«cogoteoĀ» a privados para extorsionarlos, las muertes de JosĆ© MarĆa Bakovic y Marco Antonio Aramayo, o la matanza en el hotel Las AmĆ©ricas, donde se eliminĆ³ a una supuesta cĆ©lula terrorista que el propio rĆ©gimen masista habrĆa fabricado.
No hace falta retroceder demasiado para encontrar ejemplos recientes: la cacerĆa y encarcelamiento de Jeanine ĆƱez, Luis Fernando Camacho, Marco Antonio Pumari, CĆ©sar Apaza y cerca de 300 bolivianos que osaron pensar y actuar en contra de la tiranĆa de turno. A esto se suma el encierro de mĆ”s de 100 seguidores de Evo, acusados de terrorismo, el mismo delito que el caudillo empleĆ³ como arma durante sus 14 aƱos en el poder.
De Evo Morales no cabe esperar flexibilidad polĆtica, menos aĆŗn cuando su destino estĆ” en juego. En el congreso de refundaciĆ³n iniciado el 29 de marzo, ante miles de Ā«creyentesĀ» nacionales y extranjeros, reafirmĆ³ que no existe ni existirĆ” un plan B para la candidatura presidencial del Frente Para la Victoria, la sigla prestada. Al cierre del evento, presentĆ³ Ā«Evo PuebloĀ», la nueva sigla que deja claro que el partido serĆ” de su exclusiva propiedad.
Ā«AcĆ” el candidato es Evo Morales, no hay plan BĀ», proclamĆ³ en el estadio de Villa Tunari, repleto de partidarios, enviando un mensaje inequĆvoco: nadie que se diga evista o lo llame Ā«hermano EvoĀ» debe atreverse a sugerir un cambio en la postulaciĆ³n.
Contra viento y marea, Morales estĆ” decidido a inscribir su nombre en el Tribunal Supremo Electoral como aspirante presidencial, tras cinco aƱos fuera del poder y cinco meses confinado en el trĆ³pico cochabambino. Su meta es clara: volver, gobernar y cobrarse venganza. AsĆ de simple, asĆ de peligroso.
Por su parte, Luis Arce, el otro rostro de la tiranĆa, no titubeĆ³ en aplicar la misma receta: apresar a lĆderes polĆticos y sociales de la oposiciĆ³n para demostrar que estĆ” dispuesto a ir mĆ”s allĆ” de lo que su antecesor se atreviĆ³. Los derechos humanos, irrelevantes para los adeptos al socialismo del siglo XXI, no fueron obstĆ”culo para capturar y encerrar en cĆ”rceles paceƱas a mĆ”s de 100 seguidores de Morales, en su mayorĆa provenientes del trĆ³pico.
Arce se juega su supervivencia. Enfrenta diariamente adversidades internas y externas, y necesita aferrarse al poder para protegerse a sĆ mismo y a los suyos. AutĆ³crata como es, no dudarĆ” en recurrir a maniobras antidemocrĆ”ticas para mantenerse al frente del Estado. Cuenta con los cinco magistrados prorrogados del Tribunal Constitucional Plurinacional āde un total de nueveā y con las cĆŗpulas policial y militar, capaces de ejecutar lo impensable de aquĆ a la primera quincena de agosto.
No hay que pasar por alto lo que Morales reiterĆ³ en Villa Tunari: Ā«AcĆ” el candidato es Evo Morales, no hay plan BĀ». Esto reduce casi a cero āaunque en polĆtica no hay absolutosā las posibilidades de que AndrĆ³nico RodrĆguez pueda representar al evismo con la sigla del FPV o liderar una coaliciĆ³n en el Ć”mbito nacional-popular.
SegĆŗn el Tribunal Supremo Electoral, la inscripciĆ³n de candidatos a la presidencia y vicepresidencia deberĆ” concretarse a inicios de la segunda quincena de mayo, conforme al calendario electoral. Esto le deja a AndrĆ³nico un mes y medio para practicar una Ā«espera activaĀ»: sumar apoyos y aguardar la caĆda definitiva de Evo o el colapso irreversible de Arce.
Sin embargo, del vicepresidente de las federaciones cocaleras y presidente del Senado no se conoce una acciĆ³n decidida para liberar a los presos polĆticos evistas, ni una crĆtica pĆŗblica y sĆ³lida contra la toma de la Asamblea de Derechos Humanos o los encarcelamientos de opositores. Su silencio, ya proverbial, lo hizo cĆ³mplice de los abusos de poder tanto de Morales como de Arce.
Ese mutismo sugiere que AndrĆ³nico no serĆa diferente en materia de derechos humanos si llegara a la presidencia. Tal vez libere a sus cercanos, pero parece improbable que le tiemble la mano para seguir castigando a bolivianos con procesos judiciales amaƱados. Los tres āEvo, Arce y AndrĆ³nicoā comparten la misma visiĆ³n ideolĆ³gica sobre la relaciĆ³n entre el Estado y la sociedad: la imposiciĆ³n.
Evo presionarĆ” con todo, incluso con una posible marcha hacia La Paz, para concretar su obsesiĆ³n de inscribirse como candidato. Arce, urgido por garantizar su impunidad āotra obsesiĆ³nā, harĆ” lo necesario para no soltar el poder. Y AndrĆ³nico permanecerĆ” al acecho, listo para dar el golpe y cumplir su sueƱo de someter a buena parte del paĆs. Los tres, cortados con la misma tijera, coinciden en el atropello a los derechos individuales y el quebrantamiento de las libertades colectivas.
Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista y analista.
La opiniĆ³n expresada en este artĆculo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posiciĆ³n oficial de Enfoque News.
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