
Las muertes por las catastróficas inundaciones y deslaves en Asia superaron los 1.500 esta semana, con cientos de desaparecidos y miles de aislados. La tragedia, que afectó a Indonesia, Sri Lanka, Tailandia y Malasia, ha desatado advertencias de que la deforestación histórica por minería, plantaciones y tala ilegal agravó significativamente la devastación.
Balance humano de una catástrofe regional
Las autoridades confirmaron la muerte de 837 personas en Indonesia, 479 en Sri Lanka y 185 en Tailandia, además de tres en Malasia. En Indonesia y Sri Lanka, 861 personas siguen desaparecidas y muchas comunidades permanecen enterradas bajo el barro y escombros. La destrucción de infraestructura vial y de comunicaciones ha generado escasez crítica de alimentos y agua potable en zonas incomunicadas.
Llamados urgentes a investigar la gestión forestal
Los equipos de rescate y los afectados señalan directamente a la deforestación como un factor clave. Rangga Adiputra, un maestro de Sumatra Occidental cuya casa fue arrasada, pidió una investigación sobre la gestión forestal, señalando la tala ilegal en las colinas cercanas a su aldea. Imágenes televisivas muestran grandes cantidades de madera talada arrastrada por los ríos en varias provincias de Indonesia.
La deforestación, un amplificador del desastre
El principal grupo ambientalista de Indonesia, WALHI, afirmó que el desastre no se debió solo a la naturaleza, sino que fue amplificado por décadas de deforestación. Rianda Purba, activista del grupo, explicó que la minería, las plantaciones de aceite de palma y la tala ilegal eliminaron las defensas naturales que absorbían el agua y estabilizaban el suelo. Según WALHI, solo en 2024 se perdieron más de 240.000 hectáreas de bosque primario en Sumatra.
Datos concretos de una pérdida forestal histórica
La organización Global Forest Watch aportó cifras contundentes: las provincias indonesias más afectadas han perdido 19.600 kilómetros cuadrados de bosque desde el año 2000. En terreno, los equipos de emergencia encontraron pilas de madera cortada deliberadamente entre los escombros, evidencia de la actividad humana que, según los expertos, incrementó la vulnerabilidad del territorio. Los ambientalistas advierten que sin una restauración urgente, se perderán más vidas en futuros eventos.



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