
Me refiero, específicamente, a la catastrófica confirmación de que los gobiernos anteriores robaron 15.000 millones de dólares de Bolivia.
Digo “confirmación” porque no fue, precisamente, una novedad. El robo fue tan descarado que ocurrió ante nuestros ojos. Cada vez que nos enterábamos de una nueva denuncia de corrupción, simplemente movíamos la cabeza y nos preguntábamos cuánto sería ya la suma total. Ahora, por fin, tenemos al menos una idea.
¿Cuánto son 15.000 millones de dólares? El economista Gonzalo Chávez —a quien el gobierno de Luis Arce intentó encarcelar con argumentos absurdos— hizo comparaciones que ponen la piel de gallina. Solo mencionaré dos, por considerarlas especialmente terribles: equivalen al 30% del PIB boliviano o a la totalidad de las reservas internacionales que acumuló el Banco Central de Bolivia hasta 2015.
Cuando el presidente Luis Arce Catacora presentó este dato, advirtió que aún era necesario trabajar la información y certificarla. Tal vez por eso, hasta ahora no ha identificado a los responsables de lo que ya se perfila como el mayor robo en la historia de Bolivia.
Ante la magnitud del daño, una vez terminada la cosecha y el procesamiento de los datos, y después de haberlos certificado, el gobierno debe ampliar la información en al menos tres ejes:
Responsables. ¿Cuándo comenzó el robo que hasta ahora asciende a 15.000 millones de dólares? El evismo ya salió rápidamente a lavarse las manos afirmando que todo empezó en 2019, con la llegada de Jeanine Áñez al poder. Eso es falso. Es cierto que hubo corrupción durante ese gobierno transitorio, pero ni robando dinero cada segundo habrían alcanzado semejante cifra. El dilatado gobierno de Evo Morales acumuló grandes escándalos: desde el caso Catler-Uniservice en YPFB —que incluyó el asesinato de Jorge O’Connor D’Arlach— hasta el Fondo Indígena, el contrabando de camiones cisterna o los millonarios pagos a la empresa china CAMC, cuya gerente era Gabriela Zapata, expareja del entonces presidente. La abultada lista de casos sin resolver apunta directamente a la gestión de Morales como la principal responsable del megamultirobo. Corresponde al gobierno actual confirmar o desmentir esa apreciación.
Tiempos. Antes de Evo Morales también hubo denuncias de corrupción que nunca se aclararon. Algunas se remontan incluso a la presidencia de Jaime Paz Zamora, padre del actual mandatario. ¿Y qué sabemos de Gonzalo Sánchez de Lozada? Todos vimos por televisión las maletas que subieron a su avión cuando huyó del país: ¿eran ropa o dinero? Lo mismo ocurrió en 2019, cuando Evo Morales y Álvaro García Linera escaparon como ratas cuando se hunde el barco.
Narcotráfico. ¿Qué rol jugaron las evidentes mafias del narcotráfico en el daño que hoy se cuantifica en 15.000 millones de dólares? Ahora que el MAS ya no ejerce el poder directo, ¿sabremos finalmente la verdad sobre la producción de coca en el Chapare? ¿Se hablará con franqueza sobre el narcotráfico? Hay que recordar que este fenómeno no empezó con García Meza; continuó, intocable, durante todos los gobiernos posteriores.
Porque un país no se quiebra solo robando miles de millones de dólares; también se quiebra fomentando o tolerando la delincuencia. Y callar es, sin duda, una forma de fomentar.
Juan José Toro Montoya es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.



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