

La Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) lanzó este lunes un llamado de atención al presidente electo, Rodrigo Paz Pereira, exigiendo medidas inmediatas para combatir la crisis económica que asfixia al país. Con escasez de dólares y combustible al límite, el sector agropecuario advierte que la próxima campaña de siembra –clave para la seguridad alimentaria– pende de un hilo, amenazando con 3,3 millones de hectáreas de cultivos en riesgo.
En el epicentro de la alerta está el impacto directo en la producción y distribución de alimentos. Edilberto Osinaga, gerente general de la CAO, detalló en una entrevista con red Uno que la falta de divisas ha agotado los mercados y ahuyentado a inversores, mientras la escasez de carburantes paraliza el transporte. «Los productores hacen filas eternas por diésel y gasolina, y no pueden mover su cosecha al mercado interno ni exportar», lamentó Osinaga. Esto no solo frena operaciones logísticas, sino que acelera el cierre de unidades productivas, lo que podría disparar precios de alimentos y profundizar la recesión en un momento crítico: la siembra principal, que se extiende desde ahora hasta enero.
Osinaga priorizó dos frentes de batalla. Primero, revertir «políticas adversas» que drenaron las reservas de dólares y restaurar la confianza de inversores y ciudadanos. Segundo, garantizar el suministro de combustibles para evitar un colapso en la cadena de valor agropecuaria. «Estamos en el pico de la siembra; sin soluciones, miles de familias productoras quedarán varadas y el país enfrentará escasez a corto plazo», enfatizó.
Las implicaciones trascienden el campo: una falla en esta campaña no solo golpearía el bolsillo de los bolivianos con alzas en el pan y la carne, sino que erosionaría la estabilidad económica general, afectando exportaciones y empleo rural. Para los lectores, esto significa que el futuro de la mesa diaria depende de decisiones rápidas en La Paz.
Ante este panorama, la CAO anunció que pedirá una reunión urgente con Paz en los próximos días. El objetivo: un plan concreto para estabilizar divisas, insumos y transporte, evitando una crisis alimentaria que podría extenderse más allá del agro y golpear a toda la nación. El sector agropecuario, motor de la economía boliviana, espera que el nuevo gobierno no demore: el reloj de la siembra ya corre.
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