

El militar Michael Randrianirina fue juramentado este viernes como nuevo presidente de Madagascar, tras un golpe de Estado que forzó la huida del expresidente Andry Rajoelina. La ceremonia se llevó a cabo en la sede del Tribunal Supremo de la capital, Antananarivo, ante la presencia de altos mandos militares, delegaciones extranjeras y representantes del movimiento de protesta.
La asunción de Randrianirina marca la culminación de una crisis política desatada el pasado fin de semana, cuando la unidad militar CAPSAT, al mando del nuevo mandatario, se amotinó y se unió a las manifestaciones antigubernamentales.
Crisis y derrocamiento
El derrocamiento del presidente Rajoelina se produjo tras una ola de protestas iniciadas el 25 de septiembre. Los manifestantes, liderados principalmente por jóvenes, expresaban su descontento por la grave falta de servicios básicos como el agua y la electricidad en el país insular.
Rajoelina huyó de Madagascar en medio de la creciente inestabilidad, sin que hasta el momento se haya revelado su paradero. La transición de poder se ejecutó de manera rápida, con las fuerzas militares jugando un papel protagónico en la destitución del gobierno anterior.
Una nueva era y promesas de reforma
Durante su discurso de toma de posesión, el presidente Randrianirina definió el momento como un «punto de inflexión histórico» para Madagascar. Agradeció a la juventud por liderar las protestas y enfatizó su compromiso de «romper con el pasado».
«Trabajaremos de la mano con todas las fuerzas impulsoras de la nación para redactar una buena constitución y acordar nuevas leyes electorales», afirmó Randrianirina. «Nuestra misión principal es reformar a fondo los sistemas de gobernanza administrativa, socioeconómica y política del país».
Reconocimiento internacional en la ceremonia
La juramentación contó con la presencia del jefe del Tribunal Constitucional y fue seguida de cerca por la comunidad internacional. Asistieron delegaciones de Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Francia, lo que subraya la relevancia geopolítica de este evento en el este de África.
El nuevo gobierno se enfrenta al inmediato desafío de restaurar la estabilidad, garantizar los servicios básicos a la población y conducir al país hacia un proceso electoral que legitime el futuro del poder en Madagascar.
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