

Cursando el último año de secundaria, comenzaron a surgir aspectos que uno nunca se había planteado. Dejábamos de ser adolescentes para convertirnos en hombres, con un futuro amplio frente a nuestros ojos. Debíamos asumir un nuevo rol ante la sociedad, lleno de desafíos: para algunos, el servicio militar; para otros, comenzar una carrera universitaria de inmediato o conseguir una fuente de trabajo para el sustento. Había que tomar decisiones en un momento cargado de incertidumbres.
Así fue como nos separamos de aquellos entrañables compañeros de curso. Se habían terminado las clases, los desfiles y las competencias deportivas. Cada uno tomó rumbos distintos: muchos optaron por estudiar ingeniería en Oruro; otros se fueron a La Paz o a Cochabamba, persiguiendo carreras como medicina, ciencias sociales, o una carrera militar. Durante 50 años construimos nuestras propias historias, edificamos una familia, y la vida siguió su curso sin detenerse.
Muy pocos volvieron al colegio de nuestros amores, tal vez en algún aniversario o durante una visita casual a la ciudad. Sin embargo, los recuerdos aún resonaban en la mente al ver aquellas aulas vacías, que alguna vez se llenaron de nuestras conversaciones, risas y conflictos. Ahí seguían, erguidas, esperando una nueva generación de estudiantes con sed de aprender.
Nos forjamos bajo el ala de profesores que nos brindaron todo su saber y su compromiso con la enseñanza. Ahí tenemos a la profesora Elisa Morales, Alicia Mier, Elsa Franco, Rosario Ruiz de Noya, Wilfredo Rodríguez, Yolanda Peña, Ángel Palomino, Patricio Fuentes, Óscar Villafuerte, Félix Arias, Carlos Condarco Santillán y tantos otros de quienes aprendimos diferentes visiones del mundo.
Nuestro profesor de Geografía, Humberto Cartagena —quien fue también decano de la Universidad Técnica de Oruro—, fue honrado con el nombre de nuestra promoción. También recordamos al Prof. Eduardo Leclere, que fue brevemente nuestro mentor antes de convertirse en director del colegio. Estaba también Ricardo López, nuestro profesor de francés, quien nos enseñó a cantar *La Marsellesa* en su idioma original. Incluso el humilde ujier, Mariano Lara, con su sabia tolerancia, nos enseñó el respeto, al igual que Fernando Luna, nuestro regente, quien nos impuso una férrea disciplina militar.
Luego de cinco décadas, comenzamos una peregrinación para reencontrarnos. Todo comenzó con una conversación vía WhatsApp entre mi persona y Gonzalo Urquidi, en noviembre del año pasado. Luego se sumaron Dimas Castillo, Rolando Zamorano y Alfredo Jiménez. Los buscamos en las redes sociales y encontramos a Carlos Antezana y Miguel Ángel Gómez, quien ahora vive en Madrid, España. Poco a poco se fueron uniendo más, y a partir del mes de febrero realizamos nueve reuniones virtuales.
Fue la primera vez en 50 años que volvimos a vernos. Rostros casi irreconocibles por el paso del tiempo, pero con la misma esencia. Recordamos viejos tiempos, travesuras, anécdotas en clase con los profesores. Cada reunión fue una aventura y una exploración de lo que habíamos hecho en todos estos años. Decidimos formar un Comité Organizador para nuestras Bodas de Oro, con tres coordinadores encargados de la logística. Acordamos hacer un obsequio al colegio y un programa de actividades que incluyera corbatas especialmente diseñadas para la ocasión, un pin conmemorativo, un almuerzo y una cena de camaradería, además del descubrimiento de una placa con los nombres de todos los que pasamos por esas aulas benditas.
Estas Bodas de Oro estarán marcadas por una celebración virtual, porque no todos podremos estar presentes en este gran reencuentro. Sin embargo, lo haremos de manera remota, brindando por la salud, la prosperidad y la amistad entre hermanos bolivaristas.
No obstante, todas estas expectativas y emociones también traen consigo un momento de nostalgia y tristeza al recordar a los compañeros que partieron: René Goitia, Edgar Rocha, Marcos Alarcón, Wilfredo Almendras, José García, Tomás Guaygua, Grover Lazcano, Bernardino Marañón, Ángel Morante, Óscar Quiroga, Abel Salazar, Emilio Sánchez y Raúl Villafuerte. Su memoria permanecerá viva por todo lo que compartimos y por haber disfrutado de su compañía.
Ya todo lo que debía decirse, se ha dicho. A solo horas de este gran reencuentro tras cinco décadas, dibujaremos una sonrisa de satisfacción al cruzar el portal del colegio donde dejamos tantos recuerdos. Por un par de horas volveremos a ser aquellos adolescentes despreocupados y nos sumiremos en el civismo de ser herederos de la obra del gran libertador Simón Bolívar, a quien debemos nuestro nombre. Y cuando cesen los sones de la banda militar y de música del colegio, volveremos a la rutina de nuestros días, muchos con una nueva energía y con nuevas historias para contarles a nuestros nietos (quienes los tengan). Nunca olvidaremos estos dos días, estos meses en los que abrimos una nueva ventana para comunicarnos gracias a la tecnología.
Gracias por estos momentos memorables a un grupo de entusiastas exalumnos de la promoción ’75, que comprometieron esfuerzos y trabajaron para organizar esta celebración: Daniel Colque, Orlando Pérez, Gonzalo Encinas, Rafael Mejía, Rolando Escalera, Abel Uzmayo, Benigno Ajuacho, Wilfredo Reynaga y Sergio Guisada.
Percy Calderon es documentalista, director y productor ejecutivo de En Contexto Tv
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
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