

El título de esta columna podría parecer llamativo, por decir lo menos, si no se sabe quién lo dijo, por qué y en qué contexto. Aunque parezca sorprendente, esta profunda invocación al Supremo Creador fue pronunciada por Klaus Frerking Adad, presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Interpretando el sentir de su sector, Frerking abrió y cerró con estas palabras un foro que reunió a más de 500 dirigentes, productores y representantes de la sociedad civil.
Me refiero al Foro Agropecuario, organizado por la CAO el 25 de junio pasado bajo el lema “Decisiones que cosechan futuro”, con el respaldo de destacadas entidades del sector. Al evento fueron invitados cuatro candidatos a la Presidencia de la República: Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga Ramírez y Andrónico Rodríguez Ledezma. Los tres primeros se esforzaron al máximo para responder preguntas incisivas y asumir compromisos ante una gran audiencia, tanto presencial como virtual, que captó la máxima atención de la prensa nacional de cara a las elecciones generales del 17 de agosto. Rodríguez Ledezma, pese a haber confirmado su participación, no asistió.
“¡Que Dios nos ayude!” resonó como un hálito de esperanza para que los futuros gobernantes tomen conciencia de la gravedad de la crisis económica, energética y social. Frerking, al inaugurar el foro, reclamó a nombre del sector agropecuario soluciones valientes: la liberación de las exportaciones sin trabas ideológicas, la defensa de la propiedad privada sin cálculos políticos, el acceso irrestricto a la biotecnología para ser competitivos y un Estado que pase de ser la mayor amenaza del agro a convertirse en su aliado.
Como era de esperar en un evento político con figuras experimentadas, las intervenciones de los candidatos fueron alentadoras. Los tres aspirantes al sillón presidencial parecieron expertos en todos los temas, coincidiendo en el rol estratégico del sector agropecuario, no solo para superar la crisis, sino como un pilar para el desarrollo del país.
Sin embargo, no me centraré en lo dicho por los candidatos —la prensa ya se encargó de eso—, sino en la extraordinaria exposición de Frerking sobre la realidad del sector agropecuario, su visión y su potencial para beneficiar a todos los bolivianos.
¿Sabía usted que el sector agropecuario aporta el 16% al Producto Interno Bruto del país, con un valor de 6.000 millones de dólares? Además, genera el 24% del empleo nacional, dando trabajo a 1,6 millones de personas. También representa el 24% de las exportaciones, lo que equivale a 3.200 millones de dólares. Santa Cruz, a pesar de utilizar menos del 50% de su potencial productivo según el Plan de Uso del Suelo (PLUS), es el principal productor de alimentos del país y aún cuenta con 8,1 millones de hectáreas disponibles para un desarrollo agropecuario sostenible que respete los bosques.
Por el lado de las malas noticias, Bolivia está a la cola en la región en rendimientos de maíz, arroz, trigo, tomate, papa y quinua. En algodón, es antepenúltima, y Paraguay nos ha superado en la producción de soya. Esto se debe a políticas erradas: la negativa a la biotecnología, los “precios justos”, las prohibiciones y cupos de exportación. Como resultado, Bolivia, que antes exportaba maíz y arroz, ahora los importa, y en el autoabastecimiento de trigo retrocede como el cangrejo.
No obstante, también hay noticias prometedoras. Sin subsidios estatales, pero con políticas públicas adecuadas, Santa Cruz podría garantizar la soberanía alimentaria del país hasta 2033, aumentando la producción de 14 millones a más de 30 millones de toneladas de soya, maíz, sorgo, trigo, girasol, chía, arroz, sésamo, algodón y caña de azúcar, sin expandir el área de siembra, solo mejorando la productividad. Con esta escala, las agroexportaciones podrían superar los 13.000 millones de dólares anuales, permitiendo a Bolivia reducir su dependencia de recursos extractivos no renovables.
Además, los otros ocho departamentos también tienen un enorme potencial agroexportador sin explotar. Así, el sector agropecuario y agroindustrial se presenta como la mejor, y casi única, solución a corto plazo para resolver la escasez de divisas, combustibles y el alza de precios. Es, además, una opción estratégica para el futuro, dado su vasto efecto multiplicador socioeconómico.
“Bolivia necesita menos discursos y más acciones, menos confrontación y más soluciones”, fue el remate del memorable foro. Ojalá este mensaje haya calado hondo, porque, de lo contrario, ¡que Dios nos ayude!
Gary Antonio Rodríguez Álvarez es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
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