

Desde afuera de Sucre, el bicentenario de Bolivia parece reducirse a una serie de campeonatos deportivos, retretas, competencias de atletismo, concursos sociales, serenatas y un sinfín de conferencias de prensa para anuncios de todo calibre, aderezado con feriados departamentales en los que se han cometido más de un error histórico.
El Consejo Nacional del Bicentenario no parece comprender —o finge no hacerlo— que la conmemoración de los 200 años de independencia de nuestro país es un acontecimiento esencialmente histórico. Si no iba a financiar una publicación monumental como el Álbum del Centenario, al menos debió promover encuentros entre historiadores y cientistas sociales para debatir sobre lo ocurrido hace dos siglos.
En la historia no hay absolutos. A medida que se estudian los sucesos del pasado, se descubren vacíos o se los llena, y al revisar lo avanzado, las conclusiones suelen diferir de las que se enseñaban tradicionalmente. En términos simples: la historia no es como nos la contaron. Muchos aspectos de 1825 permanecen en la penumbra o forman parte de investigaciones de historiadores que rara vez son invitados a programas de televisión.
Sobre los acontecimientos de 1825, que culminaron en la independencia de las provincias del Alto Perú, se han escrito tesis doctorales enteras, pero el gran público las desconoce. Apenas en enero de este año presentamos en La Paz un documento original que, tres meses después de su publicación en un libro, está disponible para los investigadores.
Para ilustrar con un ejemplo, el pasado 7 de mayo se conmemoraron los 199 años de la inauguración del colegio Pichincha, en Potosí. Aunque es uno de los establecimientos educativos más reconocidos de ese departamento y se creía que todo estaba dicho sobre su fundación, hemos encontrado documentos originales que prácticamente reescriben lo que se sabía de ese episodio histórico.
Estos documentos revelan que, si bien el colegio Pichincha fue fundado por un decreto del presidente Antonio José de Sucre, quien lo llevó a cabo y consolidó su posicionamiento fue el prefecto de Potosí, León Galindo, una figura hasta ahora poco conocida en esta región del país. Galindo no solo fue el verdadero fundador del Pichincha, sino también de la Policía de Potosí. Además, como superintendente de la Casa de Mon-Codea, ejecutó la primera amonedación republicana en septiembre de 1827. En ausencia de un Ministerio de Economía, Hacienda o Finanzas, él asumió esas funciones, gestionando los recursos públicos en los primeros años de la República.
Mientras las autoridades aparecen en fotos y videos, haciendo anuncios por doquier, otros nos dedicamos a visibilizar a quienes la historia oficial ha olvidado.
Espero que en Sucre estén avanzando las obras tantas veces prometidas y que pronto se inauguren el Instituto Gastroenterológico del Bicentenario – Hospital de Cuarto Nivel, establecido en el Decreto Supremo 5186, así como las plazas y museos del bicentenario que deben construirse conforme al Decreto Supremo 5161.
Ya después hablaremos de rendiciones de cuentas.
Juan José Toro Montoya es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
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