

El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, y el presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, sostuvieron una conversación telefónica este miércoles, marcando un acercamiento bilateral tras los comicios. Durante el diálogo, Rubio expresó la disposición de su país para forjar una alianza con el objetivo de promover la seguridad y la prosperidad económica en Bolivia.
La comunicación, confirmada por el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Tommy Pigott, subraya el interés de Washington en fortalecer la relación con el nuevo gobierno que asumirá el próximo 8 de noviembre.
Puntos clave de la conversación
- Una «oportunidad transformadora»: Rubio describió el momento político en Bolivia como una «oportunidad transformadora» no solo para el país, sino para toda la región, felicitando a Paz por su «histórica elección».
- Compromiso con la seguridad y la economía: El jefe de la diplomacia estadounidense reafirmó explícitamente la voluntad de su nación de asociarse con Bolivia para:
- Promover la prosperidad económica.
- Fortalecer la seguridad, con un apoyo específico para «combatir a las organizaciones criminales transnacionales que amenazan a nuestro hemisferio».
Contexto y apoyo regional ampliado
Este acercamiento telefónico no es un hecho aislado. Se produce un día después de que Estados Unidos, junto con los gobiernos de ocho países (Argentina, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay y Trinidad y Tobago), emitieran un comunicado conjunto felicitando a Paz.
En dicho documento, estas naciones ya se manifestaron preparadas para «apoyar los esfuerzos» del futuro gobierno para «estabilizar la economía de Bolivia y abrirla al mundo», comprometiéndose a trabajar en objetivos compartidos de seguridad y prosperidad.
Implicaciones relevantes
La llamada entre Rubio y Paz representa una clara señal de reencuentro entre Bolivia y Estados Unidos, sugiriendo un potencial cambio en la dinámica de la política exterior boliviana. El ofrecimiento de cooperación en seguridad contra el crimen organizado y el apoyo para la estabilidad económica apuntan a dos de los desafíos más críticos que enfrentará la nueva administración, posicionando a Estados Unidos como un socio clave en esta nueva etapa.
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