

En un gesto de continuidad democrática, el presidente saliente de Bolivia, Luis Arce, felicitó este domingo a Rodrigo Paz como nuevo mandatario electo y expresó su disposición para una transición ordenada, marcando el fin de un ciclo político tras 28 años sin un relevo similar entre gobiernos elegidos en las urnas.
Arce, a través de un mensaje en redes sociales emitido por la noche, deseó «el mejor de los éxitos» al gobierno entrante de Paz. «Como gobierno estamos listos para trabajar la transición ordenada que en todo momento comprometimos», afirmó el primer mandatario, subrayando el compromiso con un proceso fluido que transmita el mando el próximo 8 de noviembre.
Este anuncio llega en un contexto de estabilidad electoral. Paz y Arce ya habían sostenido una reunión previa tras la primera vuelta, donde compartieron información clave para preparar el traspaso de poder. La designación de Paz como presidente electo representa un hito histórico: por primera vez en casi tres décadas, Bolivia vivirá la sucesión de un gobierno democráticamente electo a otro bajo las mismas condiciones, fortaleciendo la certidumbre institucional en un país marcado por tensiones políticas pasadas.
Arce también extendió su reconocimiento al Tribunal Supremo Electoral (TSE) por su labor eficiente. «Dio un resultado que se conoció de manera oportuna para dar certidumbre a la población», destacó, valorando el rol del organismo en la transparencia del proceso.
Hacia el pueblo boliviano, el mensaje fue de elogio a su «vocación democrática y pacífica» al acudir masivamente a las urnas. Esta participación, según Arce, reafirma el compromiso colectivo con la paz y la democracia, evitando sobresaltos en un momento clave para la nación.
Para los bolivianos, esta transición sin contratiempos implica mayor predictibilidad económica y social, al tiempo que preserva la alternancia en el poder. Analistas ven en ello un paso hacia la madurez institucional, que podría influir en la agenda futura de políticas públicas y en la percepción internacional de Bolivia como un Estado estable. El relevo de mando del 8 de noviembre será observado de cerca, como símbolo de un capítulo político renovado.
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