

La Real Academia de las Ciencias Sueca anunció este miércoles el Premio Nobel de Química 2025 para los científicos Susumu Kitagawa (Japón), Richard Robson (Reino Unido) y Omar M. Yaghi (Jordania), por su pionero desarrollo de estructuras metal-orgánicas (MOF, por sus siglas en inglés). Estos materiales, con cavidades que permiten el paso de moléculas, abren nuevas vías para capturar contaminantes, almacenar energía y combatir el cambio climático.
El galardón reconoce cómo estos investigadores han creado «nuevos espacios para la química», transformando la arquitectura molecular en herramientas prácticas para resolver retos globales, según la Academia.
¿Qué son las estructuras metal-orgánicas?
Las MOF son construcciones moleculares formadas por iones metálicos y moléculas orgánicas que generan cristales con grandes cavidades internas. Estas cavidades actúan como «esponjas» que permiten la entrada y salida de gases o moléculas.
Desde su invención, los científicos han desarrollado miles de variantes funcionales. Sin embargo, hasta ahora, la mayoría se han utilizado solo a pequeña escala, aunque empresas ya invierten en su producción masiva.
Aplicaciones que cambian el mundo
Los MOF han demostrado su utilidad en entornos extremos. Por ejemplo, se emplean para extraer agua del aire en desiertos, filtrar contaminantes del agua y capturar dióxido de carbono de fábricas para reducir emisiones de gases de efecto invernadero.
En la industria electrónica, contienen gases tóxicos necesarios para fabricar semiconductores. Otros descomponen sustancias nocivas, incluso armas químicas potenciales. Además, facilitan el almacenamiento de hidrógeno como fuente de energía limpia.
Algunos expertos las llaman «el material del siglo XXI» por su versatilidad. Empresas globales ya comercializan versiones que capturan CO2 en centrales eléctricas.
Contribuciones clave de los ganadores
Omar M. Yaghi creó un MOF altamente estable y demostró que se puede modificar mediante diseño racional, otorgándole propiedades innovadoras.
Susumu Kitagawa probó que los gases fluyen libremente en estas estructuras y predijo su flexibilidad, expandiendo sus usos dinámicos.
Richard Robson, en 1989, combinó iones de cobre con moléculas de cuatro brazos para formar cristales ordenados con cavidades, como «diamantes porosos». Su enfoque novedoso sentó las bases de la arquitectura molecular.
La Academia destaca que estos avances brindan a los químicos herramientas para enfrentar desafíos urgentes, como la sostenibilidad ambiental.
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