

El presidente estadounidense, Donald Trump, ofreció este jueves a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, levantar las sanciones que impiden a Ankara adquirir cazas F-35 a cambio de que Turquía deje de comprar petróleo a Rusia. La propuesta se realizó durante un encuentro en el Despacho Oval de la Casa Blanca, con el objetivo de presionar a Moscú para que ponga fin a la guerra en Ucrania.
Trump declaró a los periodistas que espera que Erdogan cese las compras de crudo ruso mientras continúe la ofensiva en Ucrania. El mandatario republicano aseguró que las sanciones podrían levantarse de forma casi inmediata si las negociaciones entre ambos países progresan favorablemente.
El bloqueo de los cazas F-35
La crisis en la relación de defensa entre ambos aliados de la OTAN estalló en 2017, cuando Turquía decidió adquirir sistemas de defensa antiaérea S-400 a Rusia. Washington consideró que esta compra ponía en riesgo la seguridad y la tecnología sensible del programa del caza furtivo F-35.
Como respuesta, Estados Unidos aplicó en 2020 sanciones bajo la Ley CAATSA contra la industria de defensa turca. Además, el Congreso estadounidense bloqueó en 2018 la transferencia de los aviones a Turquía, a menos que renunciara al sistema ruso, una condición que Ankara nunca aceptó.
Impacto en Turquía y nueva propuesta
La exclusión del programa F-35 fue un duro golpe para Turquía. El país tenía planeado comprar hasta 100 de estos cazas, había realizado pagos por adelantado y participaba en la fabricación de piezas para el programa. El veto dejó a Ankara sin acceso a uno de los sistemas de armamento más avanzados.
Durante la reunión, Trump se mostró optimista sobre un posible acuerdo. Afirmó que se hablaría seriamente del tema y que ambas partes necesitan cosas de la otra. Por su lado, Erdogan calificó el encuentro como una oportunidad para abordar los asuntos pendientes relacionados con los F-35 y los F-16.
La oferta de Trump representa un nuevo enfoque diplomático que busca resolver las tensiones bilaterales y, al mismo tiempo, debilitar los ingresos energéticos de Rusia. No obstante, la respuesta de Turquía es incierta, dado su historial de mantener una política exterior equilibrada entre Occidente y Moscú.
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