

El Lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo compartido por Bolivia y Perú, enfrenta una crisis de contaminación que ha diezmado la pesca, degradado los ecosistemas y provocado la migración de sus habitantes. El problema, agudizado por la sequía, se concentra en el lago menor, donde el ingreso de aguas residuales ha causado un grave daño ambiental.
La situación es particularmente crítica en la bahía de Cohana, en el lado boliviano. Esta zona recibe las aguas contaminadas del río Katari, que arrastra los desechos de la ciudad de El Alto, con casi un millón de habitantes.
Bahía de Cohana: el epicentro de la crisis
En Cohana, la profundidad del agua se ha reducido a apenas 50 centímetros en algunos puntos. El agua es pantanosa, de color oscuro y con mal olor. En la superficie se forma una capa verde y en el fondo se acumula una resina negra que afecta a los totorales, una planta vital para la economía local.
Oscar Limachi, líder indígena de Quehuaya, afirmó que la vida en el lago está triste. Se están perdiendo los peces y los totorales están quemados, lo que ha provocado que muchos jóvenes emigren al ver desaparecer su sustento.
Un proceso invisible y letal
Xavier Lazzaro, investigador de la Autoridad Binacional del Lago Titicaca (ALT), explicó el proceso de contaminación. Los detergentes con fósforo nutren microalgas que, al morir, consumen el oxígeno del agua. Además, se produce sulfuro de hidrógeno, un gas tóxico que mata peces, ranas y aves.
Las fuentes de contaminación son la actividad humana, industrial y minera. Los pobladores reportan que el agua contaminada se expande hacia el interior del lago, afectando a otras comunidades e islas.
Sicuya: una isla que se vacía
Sicuya, la isla más pequeña del Titicaca, es un ejemplo del impacto social. Su escuela solo tiene 27 estudiantes, ya que muchas familias han abandonado la isla. Octavio Quispe, maestro local, confirmó a EFE, que la población escolar ha disminuido drásticamente.
Santiago Quispe, máxima autoridad de Sicuya, recordó que hace 15 años el agua era transparente y había pesca. Ahora, el agua es oscura y no hay peces. La preocupación crece por la actividad minera en la cordillera y el lavado de oro en Viacha.
Acciones de mitigación insuficientes
Los proyectos para tratar las aguas residuales han sido ineficientes. La ampliación de la única planta de tratamiento lleva años de retraso. Estudios, como los de la Fundación Tierra, advierten sobre la ineficacia de las acciones estatales para mitigar el daño ambiental, dejando el futuro del lago en incertidumbre.
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