

Para los corruptos y delincuentes, la prensa es su principal enemiga, ya que tiene la capacidad de exponerlos ante la sociedad. En Bolivia, como en cualquier parte del mundo, el periodismo posee un atributo único: la exposición pública. A través de esta característica, un ladrón puede ser señalado por sus robos y un criminal por sus crímenes. Para desgracia de estos maleantes, la prensa siempre está vigilante, lista para desenmascararlos.
Dado que el periodismo representa una amenaza, los corruptos y delincuentes buscan destruirlo. Como no pueden eliminarlo por completo, optan por desprestigiarlo. La etiqueta de “prensa vendida” es una de las tácticas más comunes, pues siempre han existido, existen y existirán periodistas dispuestos a vender su integridad. En lugar de exponer a los corruptos y delincuentes, estos periodistas pueden encubrirlos o presentar mentiras disfrazadas de verdades.
Como en cualquier ámbito, en el periodismo hay elementos buenos y malos. Sin embargo, tomar como referencia únicamente a los segundos y generalizar su condición de corruptos o vendidos es una práctica peligrosa para la sociedad. Es tan absurdo como calificar a la medicina de “asesina” solo porque un médico pierde a un paciente.
Si se etiqueta constantemente a la prensa como “vendida”, muchas personas terminarán creyendo que es cierto. Como resultado, la prensa no solo perderá su prestigio, sino también su credibilidad, que es su mayor capital y fortaleza. Esto tiene graves consecuencias: cuando el periodismo denuncie actos de corrupción o delitos de los gobernantes, la gente ya no le creerá como antes, que es precisamente lo que buscan los corruptos y delincuentes.
En el caso de la prensa, los políticos, independientemente de sus ideologías, comparten una percepción común: para los corruptos y delincuentes, la prensa es peligrosa y debe ser desprestigiada. Por eso, en países como Cuba, Nicaragua, Venezuela, la República Popular China o Corea del Norte, la prensa ha sido anulada o está bajo control estatal. Asimismo, gobernantes como Donald Trump mantienen una confrontación constante con los medios. Recientemente, en Argentina, el presidente Javier Milei ha impulsado una ofensiva de censura contra el periodismo tras la filtración de audios que involucran a su hermana Karina en una presunta red de corrupción que lucra con fondos destinados a personas con discapacidad.
La prensa no es perfecta, pero es indispensable y debería ser independiente; es decir, no responder ni al gobierno, ni a la oposición, ni a intereses privados. Cuando la prensa se divide, se debilita, lo que también es un objetivo de los políticos.
Además, la prensa sirve para clasificar a los políticos. Hay quienes, como Dilma Rousseff, no interfieren con los medios y los dejan actuar sin hostilidad. En contraste, están los autoritarios o con tendencias dictatoriales, como Evo Morales, que atacan constantemente a la prensa, tildándola de “vendida” para desacreditarla en beneficio de sus propios intereses.
Juan José Toro Montoya es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
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