

Luis Fernando Camacho y Evo Morales utilizan la actual coyuntura político-electoral para proyectarse más allá del desenlace del 19 de octubre. Ambos han fijado las elecciones regionales de marzo de 2026 como el primer hito para demostrar su fortaleza y vigencia política.
Suele decirse que los polos opuestos se atraen y, finalmente, se complementan. Camacho, por un lado, y Morales, por el otro, han comenzado a desplegar estrategias que buscan generar un nuevo momento de polarización en el país, con el objetivo de consolidarse políticamente.
Tras su liberación de la cárcel de Chonchocoro el viernes 29 de agosto, Camacho se dio un baño de masas en Santa Cruz. Miles de personas se apostaron en el recorrido para saludarlo y, de ser posible, tocar al gobernador restituido. Este recibimiento confirmó en Camacho la idea de ser el abanderado de un nuevo ciclo político y económico a mediano plazo.
En la plaza principal de la capital cruceña, Camacho pronunció un encendido discurso, como es su característica, en el que advirtió que el masismo podría resurgir y que, para impedirlo, se requiere el esfuerzo conjunto de todos. Sin decirlo explícitamente, se presentó como el factor de unidad para cristalizar este proceso.
En el polo opuesto, Morales advirtió que el retorno de la derecha a Bolivia traería nuevas privatizaciones, políticas fondomonetaristas y persecuciones a los sectores populares e indígenas. Sin declararlo directamente, se posicionó como el único referente de la izquierda en resistencia.
En su programa dominical de Radio Kawsachun Coca, el domingo 31 de agosto, Morales analizó los resultados de la primera vuelta electoral para afirmar que los votos nulos y blancos, según él, representan una victoria. Sumándolos, aseguró contar con 2.5 millones de adeptos a su disposición. De inmediato, ratificó la formación de un nuevo instrumento político para participar en los comicios regionales.
Con la legitimidad conquistada —según él, con los votos nulos y blancos de los comicios del 17 de agosto—, Morales buscará la legalidad con una nueva sigla partidaria. Adelantó que el nuevo eje político y discursivo será “la unidad en la diversidad para enfrentar la adversidad”. ¿Logrará que Evo Pueblo sea reconocido como partido político por el Órgano Electoral? Las apuestas están abiertas.
Por su parte, Camacho, en entrevistas extensas en medios de comunicación, dejó claro que en este segundo período al frente de la Gobernación cruceña buscará una gestión departamental diferente, eficiente y cercana a las necesidades de la población. ¿Cuál es el objetivo político subyacente? No es otro que preparar su nueva candidatura departamental, amparada por la reelección autorizada en la Constitución, para ganar, si es posible, con un porcentaje mayor al 55.64% obtenido el 7 de marzo de 2021. Seguramente intentará extender la presencia de su organización política, en alianza con otras, a otras regiones de la denominada “media luna” y, eventualmente, al occidente del país, para consolidarse como una alternativa con base cuantificable.
Camacho cuenta con un capital acumulado distinto al de otros: su condición de preso político del masismo, que no se doblegó ante los atropellos judiciales ni los ofrecimientos políticos para recuperar su libertad. Tiene un piso sólido. Habrá que ver si logra consolidarlo con una gestión distinta en la Gobernación cruceña, para garantizar un futuro político viable.
Morales, en cambio, enfrenta un panorama adverso. Aunque no ha pisado la cárcel, pese a las graves acusaciones en su contra —pedofilia, trata de menores, estupro, narcotráfico, corrupción—, su futuro inmediato debería estar marcado por un juicio de responsabilidades por los casos relacionados con su presidencia (2006-2019). Rodrigo Paz y Tuto Quiroga han señalado que Morales debe rendir cuentas ante la justicia.
No se debe tomar a la ligera la advertencia reiterada de Morales de provocar un levantamiento social si el próximo gobierno intenta aprehenderlo y ponerlo en manos de la justicia. Por ello, insiste en los millones de votos nulos y blancos que, según él, son la base para desplegar acciones de resistencia.
Camacho parece estar “resucitando” en mejores condiciones, luego de que muchos lo veían profundamente debilitado, casi sin horizonte político. Morales, por su parte, hace lo propio, aunque con sombras e incertidumbre en su futuro. Sin ponerse de acuerdo, ambos intentan configurar un escenario de polarización, pues saben alimentarse de ella. ¿Volverá a ocurrir? El tiempo dará la respuesta.
Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista y analista.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
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