

Bolivia podría duplicar su producción de soya mediante una nutrición balanceada basada en diagnósticos de suelo, una práctica que, según expertos, eleva hasta en un 40% los rendimientos, protege los ecosistemas y aumenta las ganancias de los productores. La propuesta fue presentada en el VI Congreso Internacional de la Soya, que concluye este martes en Santa Cruz de la Sierra.
Brechas de rendimiento: un problema medible
El gran desafío de la agricultura moderna es producir más granos sin dañar el medio ambiente. En Sudamérica, las brechas de rendimiento en soya alcanzan hasta una o dos toneladas por hectárea debido a prácticas inadecuadas. Nahuel Reussi, experto argentino en nutrición de cultivos, asegura que “una gestión adecuada de los nutrientes puede reducir estas brechas casi a la mitad”.
Bolivia: un suelo que pide más atención
Cerca del 75% de la producción de soya en Bolivia depende únicamente de los nutrientes naturales del suelo, con reposición mínima de fertilizantes. El programa de nutrición de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), con más de 10 campañas en distintas regiones, ha demostrado que aplicar fertilización basada en diagnósticos de suelo permite incrementar los rendimientos hasta un 40%, confirman los técnicos y Reussi.
Ejemplos que hablan por sí mismos
En las zonas núcleo de girasol, los agricultores tradicionales aplicaban 50 kg de urea por hectárea; los ensayos de Anapo indicaron que la respuesta positiva se observa hasta con 150 kg. En soya, estudios en el municipio de San Pedro, según Reussi, muestran que los cultivos responden no solo al fósforo, sino también a potasio, azufre y microelementos, con mejoras visibles a corto y largo plazo.
Ganancias y sostenibilidad
El beneficio económico de esta estrategia es tangible. En San Ignacio de Velasco, Chiquitanía, el incremento de ganancias puede superar los 400 dólares por hectárea al optimizar la fertilización, destacan los expertos. Medir los nutrientes del suelo y fertilizar según diagnósticos asegura un retorno de inversión alto, beneficiando al productor y evitando la expansión agrícola que amenaza bosques y ecosistemas.
Hacia un manual de buenas prácticas
Anapo lleva 12 campañas y seis años de seguimiento, midiendo los efectos de la nutrición balanceada en distintos cultivos y regiones. Toda esta información se recopila en un manual de recomendaciones que se actualizará durante el VI Congreso Internacional de la Soya, brindando herramientas concretas para un manejo eficiente de nutrientes, según confirmaron los organizadores.
La visión global
A nivel mundial, se estima que la nutrición explica la mitad de las brechas de rendimiento en soya. De las dos toneladas adicionales por hectárea que podrían obtenerse, al menos una se logra optimizando la fertilización, asegura Reussi. “Es muy difícil mejorar lo que no se mide”, concluye. Medir el suelo y aplicar fertilización basada en diagnósticos es, por tanto, la fórmula para duplicar la producción de soya sin talar más bosque.
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