

La biotecnología se consolida como una herramienta estratégica para enfrentar los principales retos de la agricultura moderna, aseguró el agrónomo e investigador Marín Condori, en el marco del VI Congreso Internacional de la Soya, que se celebrará el 25 y 26 de agosto en Santa Cruz. Según el especialista, su aplicación permitirá producir más alimentos con menos recursos, reducir el impacto ambiental y garantizar la seguridad alimentaria en un contexto de cambio climático y crecimiento poblacional.
Cultivos más resistentes y sostenibles
Condori explicó que la biotecnología posibilita el desarrollo de variedades agrícolas con resistencia a sequías, plagas, enfermedades y salinidad del suelo, mediante técnicas como la edición genética. Estas innovaciones ofrecen alternativas más rápidas y efectivas frente al mejoramiento tradicional, sin necesidad de introducir genes externos.
Asimismo, destacó la reducción en el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos, gracias a cultivos transgénicos o editados que aprovechan mejor los nutrientes del suelo. Esto no solo optimiza costos de producción, sino que también disminuye la contaminación ambiental.
Conservación de recursos y economía circular
La biotecnología microbiana y el uso de biofertilizantes y biopesticidas representan otro aporte clave, al sustituir insumos de alto impacto ambiental y promover la fijación biológica de nitrógeno en leguminosas.
Además, el aprovechamiento de residuos agrícolas mediante enzimas y microorganismos permite generar bioenergía, bioplásticos y subproductos, integrando la producción agrícola en esquemas de economía circular.
Seguridad alimentaria ante el crecimiento poblacional
De acuerdo con proyecciones de la ONU, la población mundial pasará de 7.600 millones en 2017 a 9.800 millones en 2050, lo que plantea un desafío para garantizar alimentos suficientes y de calidad.
En este contexto, la biotecnología contribuye a incrementar rendimientos agrícolas sin expandir la frontera agrícola hacia ecosistemas frágiles. También impulsa la biofortificación de cultivos, enriqueciendo alimentos con vitaminas y minerales esenciales para la salud.
Un futuro de innovación para la agricultura
Desde la primera comercialización de organismos vegetales genéticamente modificados (OVGM) en 1996, países como Argentina han liderado la adopción de estas tecnologías en soya, maíz y algodón. Actualmente, nuevas variedades resistentes a sequías o virosis avanzan hacia el mercado, mientras que a nivel mundial se amplía el catálogo de cultivos mejorados que incluyen papaya, berenjena y manzana.
“El camino de la biotecnología es amplio y avanza a gran velocidad. Es un aliado indispensable para lograr sistemas agrícolas más resilientes y sostenibles”, concluyó Condori.
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