

Por: Lic. Percy Calderon
Entre los 16 y 19 años, todos abrigamos sueños, planes y deseos de hacer algo que nos distinga de los demás. Esa energía se va canalizando a través de los procesos de educación, deportes, ciencias y, en nuestro caso, en el Colegio Nacional Simón Bolívar de Oruro; una sección de talleres de carpintería, ojalatería, electricidad y mecánica que nos preparaba para enfrentar la vida con un mínimo de experiencia en este tipo de labores.
A nuestra generación le ayudó mucho haber contado con un plantel de docentes que se dedicaba a nuestra educación con esmero y profesionalismo. Profesores de la talla de Elsa Franco, quien publicó un libro de química; el profesor Ángel Palomino, cuya clase era un verdadero museo de ciencias naturales; la profesora de literatura, Yolanda Peña; el profesor de música, Wilfredo Rodríguez, quien nos enseñó a apreciar la música clásica de los grandes; o el ilustre decano de la Universidad Técnica de Oruro, Humberto Cartagena, profesor de Geografía; o el de Filosofía, el insigne escritor Carlos Condarco Santillán. Ellos, y muchos otros más, nos mostraron el camino que debíamos elegir.
Era el año 1975, con bastante agitación política en nuestro país, gobernado con mano dura por la administración del presidente de facto, general Hugo Banzer Suárez, quien declaró ilegales los sindicatos y organizaciones estudiantiles en todo el territorio nacional, reemplazándolos con “coordinadores” nombrados a dedo.
Un grupo de estudiantes del Colegio Nacional Bolívar resolvió no seguir estos lineamientos y rechazó la nominación del coordinador del centro de estudiantes, nombrado por el director del colegio, profesor Fernando Masías, bajo la premisa de que es en las aulas donde debemos aprender a vivir en democracia: un derecho inalienable e irrenunciable que goza todo ciudadano en cualquier país libre. El director del colegio desafió a estos estudiantes a conseguir una autorización para realizar elecciones por parte de la Dirección Distrital de Educación. Nosotros fuimos durante varios días a presentar esta solicitud y, luego de varias negativas por parte del director distrital, este finalmente autorizó que se realizaran las elecciones. Esta fue una primera victoria que nos distinguió entre todas las organizaciones que se habían sometido a la política del gobierno militar.
Se convocó a elecciones, habiéndose presentado dos frentes: el Bloque Representativo Bolivarista (BLO.RE.BO), encabezado por Gonzalo Urquidi, Edgar Rocha y Percy Calderón; y el Frente de Unidad Bolivarista (FUB), encabezado por Jesús Rojas, Javier Echeverría y Walter Arancibia, siendo ganador el primero. Una vez posesionado, este centro de estudiantes democráticamente elegido tuvo que enfrentar otros desafíos, como la cancelación de la excursión anual bajo el argumento de que era una pérdida de tiempo y solo servía para que algunos estudiantes se embriagaran. El centro de estudiantes rechazó enérgicamente esta decisión y asumió la organización del evento, incorporando actividades creativas como la búsqueda del tesoro, la elección de Míster Colegio Bolívar, un campeonato de natación, entre otras. Fue un día de aprendizaje y diversión.
Sin embargo, los enfrentamientos continuaron. Se pretendía cancelar los festejos por el aniversario del colegio, especialmente la tradicional fogata. Esto llevó a una confrontación mayor y decidimos organizar una protesta general con un cierre total del colegio, suspendiendo las clases por un día. Exigimos la renuncia del director y lo declaramos persona no grata. Después de varias horas tensas en una reunión con padres de familia, profesores y estudiantes, el director presentó su renuncia. Acto seguido, se posesionó a la primera mujer como directora del colegio, rompiendo con una tradición de 149 años. Este honor recayó en la meritoria profesora Elisa Morales.
Lo que siguió es historia. Continuamos nuestros estudios y nos graduamos 71 estudiantes, honrando el nombre de un gran profesor: Humberto Cartagena. Luego de graduarnos, cada quien tomó su camino y seguimos con nuestras vidas. Muchos nos perdimos en la trama de tener una familia y de ser útiles a la sociedad. Con algunos compañeros de curso no volvimos a vernos por años, y así pasaron 50 años. Ahora nos estamos preparando para un gran encuentro de nuestra promoción, donde tendremos la oportunidad de llenarnos de recuerdos, nostalgia y alegría: sentimientos encontrados al recordar esa juventud que dejamos atrás. Como versa nuestro himno: “El lejano recuerdo del hombre, hoy se liga al saludo del niño”.
Ya la historia nos ha juzgado, en el sentido de que nuestra rebeldía sirvió para reivindicar el lugar de la mujer en nuestra sociedad y para abrir oportunidades que permitieron tener más directoras mujeres en un colegio con las características del Colegio Nacional Simón Bolívar. También es importante destacar que, en momentos volátiles del país, un grupo de estudiantes de secundaria asumió un papel consecuente, enfrentó a todo un sistema y logró un proceso electoral exitoso, desafiando a un director que no representaba las aspiraciones ni los sueños de los estudiantes y que pretendía gobernar al estilo de la época: con autoritarismo.
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