

La pandemia de COVID-19 no solo dejó secuelas físicas en quienes se infectaron, sino también un impacto neurológico en la población general. Según un estudio dirigido por científicos de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), los cerebros de las personas envejecieron más rápido durante este período, incluso entre quienes no contrajeron el virus. La investigación, publicada en una revista especializada, analizó datos de casi 1,000 personas y detectó un envejecimiento cerebral acelerado de 5,5 meses en promedio, con efectos más pronunciados en hombres y personas de entornos desfavorecidos.
¿Cómo se midió el envejecimiento cerebral?
Los investigadores utilizaron modelos de inteligencia artificial entrenados con resonancias magnéticas de 15,334 adultos sanos del Biobanco del Reino Unido. Compararon dos escáneres cerebrales de 996 participantes: 564 con estudios previos a la pandemia y 432 con uno antes y otro después de su inicio. La diferencia entre la edad cerebral estimada y la real reveló una aceleración significativa en el segundo grupo.
Aislamiento e incertidumbre, factores clave
El estudio sugiere que el estrés crónico, la soledad y la falta de interacción social durante la pandemia alteraron la estructura cerebral, acelerando su envejecimiento. «Incluso quienes no tuvieron COVID mostraron cambios significativos», destacó Ali-Reza Mohammadi-Nejad, líder de la investigación. En casos de infección, el deterioro fue más marcado, especialmente en adultos mayores, y se asoció con menor rendimiento en pruebas cognitivas como flexibilidad mental y velocidad de procesamiento.
Limitaciones y cautela
Aunque el estudio no determina si estos efectos son reversibles, los autores subrayan la necesidad de investigar estrategias para mitigar el impacto de crisis futuras en la salud cerebral. Expertos independientes, como Masud Husain de la Universidad de Oxford, advierten que la diferencia promedio de 5,5 meses podría no ser clínicamente relevante en la vida diaria.
Este trabajo refuerza la evidencia sobre los efectos colaterales de la pandemia y abre nuevas preguntas sobre cómo proteger la salud neurológica ante situaciones de estrés colectivo.
Agencias
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