

Recientemente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó su informe más reciente titulado “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2025”, en el cual se indica que las entradas de Inversión Extranjera Directa (IED) en la región durante el año 2024 alcanzaron los $us 188.962 millones. Esto representó un incremento del 7,3% respecto a 2023 y significó un 2,8% del PIB regional. La IED recibida por América Latina y el Caribe constituyó el 12,5% del total mundial en ese mismo año.
En cuanto a los componentes de la IED en la región durante 2024, el de mayor peso fue la reinversión de utilidades, con un 52% del total. Le siguieron los aportes de capital con el 34%, y en tercer lugar, los préstamos entre empresas, que representaron un 15% de la inversión total.
Si se elabora un pequeño ranking regional en función a la captación de IED durante 2024 (en porcentaje del total regional), los cinco primeros lugares fueron ocupados por:
1. Brasil (37,6%)
2. México (24%)
3. Colombia (7,6%)
4. Chile (6,6%)
5. Argentina (6,2%)
Por otro lado, los países que menos IED recibieron durante 2024 (en montos absolutos) fueron:
1. Saint Kitts y Nevis ($us 22 millones)
2. Dominica ($us 49 millones)
3. San Vicente y las Granadinas ($us 74 millones)
4. Belice ($us 128 millones)
5. Jamaica ($us 165 millones)
Como se observa, Brasil y México concentraron el 61,6 % de la IED en la región durante 2024, registrando incrementos del 13,8 % y 47,9 %, respectivamente, en comparación con 2023. En Sudamérica, se evidenció una caída en la captación de IED respecto al año anterior, con excepción de Uruguay, Brasil y Bolivia.
En Centroamérica, Costa Rica fue el país que más inversión extranjera directa recibió ($us 5.298 millones), mientras que El Salvador fue el que menos captó, con apenas $us 640 millones. En el Caribe, Guyana se destacó al captar el 68% de la IED de esa subregión (ocupando el sexto lugar a nivel regional), gracias al auge del sector hidrocarburífero. En contraste, el resto de los países caribeños recibieron montos inferiores a los $us 310 millones, con la excepción de República Dominicana, que recibió $us 4.523 millones.
Solo tres países de la región registraron flujos negativos de IED en 2024: Uruguay (-\$us 2.457 millones), Trinidad y Tobago (-\$us 1.041 millones) y Surinam (-\$us 38 millones). Estas cifras reflejan marcadas diferencias dentro de la región: por ejemplo, Sudamérica concentró el 60,8% de la inversión total, mientras que el Caribe apenas alcanzó el 8,1%. Otro aspecto relevante es el peso de la IED respecto al PIB de cada país, que aún es insuficiente, especialmente en economías subdesarrolladas de la región.
Según el informe de la CEPAL, Bolivia recibió apenas $us 247 millones en IED durante 2024, lo que representa solo el 0,1% de toda la inversión captada en América Latina y el Caribe. Es decir, de cada $us 100 recibidos en la región, Bolivia solo atrajo 10 centavos. Esta situación coincide con las calificaciones negativas otorgadas por agencias financieras internacionales como Fitch, Moody’s y S&P Ratings, que han rebajado las calificaciones crediticias y de inversión del país. Asimismo, JP Morgan continúa señalando a Bolivia como la segunda economía más riesgosa para invertir en la región, solo por detrás de Venezuela. En otras palabras, para los inversores y capitalistas globales, Bolivia resulta poco atractiva como destino de inversión.
La IED recibida por Bolivia en 2024 apenas representó el 0,5% de su PIB nominal, reflejando un peso insignificante dentro de la economía nacional y posicionándose entre los niveles más bajos de la región. Aumentar los flujos de IED debería ser una prioridad estratégica para el nuevo gobierno, ya que esta inversión es fundamental para atraer divisas, fortalecer las Reservas Internacionales Netas (RIN) y fomentar un crecimiento económico sostenido a largo plazo.
La promoción de la IED debe asumirse como una política de Estado. Esta es clave para el desarrollo de cualquier país en el mundo. Actualmente, Bolivia se presenta como una economía poco atractiva debido a desequilibrios macroeconómicos, conflictos políticos y sociales, y notorias deficiencias en gobernabilidad. Todo ello limita seriamente la llegada de capitales extranjeros. Por esta razón, más allá de mejorar los indicadores macroeconómicos, el país debe ofrecer seguridad jurídica y económica a los inversionistas, tanto nacionales como internacionales.
Es imperativo implementar normativas que fomenten la inversión extranjera. Una nueva ley de inversiones, la modernización del régimen laboral y tributario, así como la derogación de la actual Ley de Hidrocarburos, son algunas de las medidas urgentes que el próximo gobierno deberá encarar. Solo así, Bolivia podrá comenzar a recuperar credibilidad ante el mundo y posicionarse como un destino seguro y atractivo para la inversión extranjera.
Luis Fernando Romero Torrejón es presidente del Colegio Departamental de Economistas de Tarija.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
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