

El contrabando en Bolivia ha dejado de ser un simple delito económico para convertirse en una actividad criminal organizada que pone en riesgo la seguridad nacional. Así lo advirtió el viceministro de Lucha Contra el Contrabando, Luis Velásquez, al señalar que estas redes delictivas emplean tecnología avanzada y tácticas violentas para enfrentar al Comando Estratégico Operacional de Lucha Contra el Contrabando (CEO-LCC), especialmente en las zonas fronterizas.
Tecnología y logística al servicio del crimen
Los contrabandistas operan con camiones de alto tonelaje equipados con sistemas de radiocomunicación, lo que les permite coordinar movimientos en tiempo real y evadir controles militares. En este esquema, los conocidos como “loros” cumplen una función clave: vigilan rutas y alertan sobre patrullas.
“Tienen capacidad de comunicación constante durante sus operativos ilícitos”, afirmó Velásquez.
Este nivel de coordinación evidencia una estructura logística altamente organizada, más cercana a redes criminales transnacionales que a bandas improvisadas.
Violencia planificada en las fronteras
La violencia desplegada por estas organizaciones ya no es eventual ni reactiva. Según el viceministro, se han registrado ataques planificados y sistemáticos con explosivos como dinamita, petardos y miguelitos para neutralizar vehículos del CEO-LCC. También se reportaron embestidas con camiones y emboscadas dirigidas a recuperar mercancía incautada.
“No es solo violencia espontánea, sino ataques planificados para recuperar mercancía decomisada”, denunció Velásquez.
Una respuesta estatal en tres frentes
Desde marzo, el Gobierno boliviano ha redoblado la presencia militar en zonas clave, por instrucción directa del presidente Luis Arce. La estrategia estatal se ejecuta en tres áreas:
- Fronteras, donde ingresa la mayor parte de mercancía ilegal.
- Carreteras, rutas utilizadas para el transporte interno.
- Mercados urbanos, donde se comercializan los productos de contrabando.
Velásquez también advirtió sobre el impacto del contrabando inverso, una modalidad que alimenta el desabastecimiento interno y contribuye al alza de precios de productos básicos.
Un desafío multidimensional
La creciente sofisticación y violencia del contrabando plantea un reto multidimensional para Bolivia. Más allá del impacto económico, estas redes vulneran la seguridad interna y la autoridad del Estado en zonas sensibles. Aunque el Gobierno ha intensificado los operativos de interdicción, las tácticas cada vez más complejas de estas organizaciones exigen respuestas más integrales y sostenidas.
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