

Diseñadas y fabricadas en Inglaterra, con suela reforzada por toperoles metálicos al estilo del calzado de alpinismo, estas botas fueron concebidas para ofrecer tracción, resistencia y durabilidad en terrenos peligrosos y resbaladizos. Su destino final: las minas bolivianas. En particular, la mina Chorolque, ubicada en el municipio de Atocha, provincia Sur Chichas del departamento de Potosí.
Estas botas formaban parte del equipo de trabajo que la Compañía Aramayo de Minas, propiedad del influyente empresario Carlos Víctor Aramayo —uno de los llamados barones del estaño— proporcionaba a sus trabajadores durante el auge minero de las primeras décadas del siglo XX.
Uno de los pocos ejemplares que aún se conserva pertenece a don Germán Soliz Aguilar, actual distribuidor de gas licuado de petróleo (GLP) en Atocha. Recibió las botas como un obsequio de Lorenzo Suárez, un antiguo trabajador de Chorolque. “Me las dejó como recuerdo hace más de 20 años, antes de irse a vivir a Villazón. Él trabajó en la mina”, rememora don Germán con nostalgia, mientras mantiene un bolo de coca al estilo tradicional de los centros mineros.
Las botas, confeccionadas en cuero grueso de color beige, destacan por su diseño robusto y funcional. Están reforzadas con clavos en la suela, costuras resistentes, una hebilla en el empeine, una tira metálica a modo de herraje que bordea el tacón y un diseño que prioriza la protección del pie, especialmente en la punta. Están marcadas con la inscripción “Made in England” en la planta, lo que evidencia su origen extranjero y su probable importación como equipo especializado para labores mineras.
Fabricadas entre las décadas de 1920 y 1940, estas botas se insertan en un contexto clave de la historia económica boliviana: el auge de la minería del estaño. Durante ese periodo, magnates como Simón I. Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo controlaban la industria, modernizando la actividad extractiva mediante la adquisición de tecnología y equipamiento del extranjero.
La presencia de estas botas en Chorolque simboliza la interconexión entre la tecnología industrial inglesa y la fuerza laboral boliviana. También pone de relieve la dependencia del país de insumos extranjeros para desarrollar su infraestructura minera.
Más allá de su función utilitaria, estas botas constituyen un testimonio tangible de las duras condiciones laborales que enfrentaban los mineros bolivianos. Su conservación hasta hoy es excepcional, considerando las exigencias extremas del trabajo en interior mina.
Patrimonio de lucha y resistencia
El valor de estas botas trasciende lo material. Representan una parte viva de la memoria histórica de la minería en Bolivia y, por extensión, del sacrificio de miles de trabajadores que sostuvieron una de las industrias más importantes del país en el siglo XX.
Su diseño, su procedencia y su supervivencia las convierten en una pieza valiosa del patrimonio cultural, símbolo de resistencia, esfuerzo y dignidad laboral en uno de los capítulos más significativos de la historia económica nacional.
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