

Un gran revuelo causó en el país el titular de una noticia publicada por un medio de prensa internacional, que indicaba que Bolivia estaba bajo vigilancia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por un supuesto riesgo de hambruna. Dado lo alarmante del anuncio, la información se propagó como reguero de pólvora en periódicos, televisión, radios y redes sociales, generando preocupación, críticas y un rápido desmentido por parte del Gobierno.
La nota, originada en Roma, señalaba: “Bolivia y Colombia requieren seguimiento de la ONU por riesgo de hambruna, mientras que Haití se mantiene como ‘el punto más crítico’ de América Latina”. Esta información se basaba en un informe conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), titulado Puntos críticos sobre el hambre: Alertas tempranas sobre la inseguridad alimentaria aguda – Perspectivas de junio a octubre de 2025, publicado el 16 de junio pasado.
Estrictamente hablando, una mala interpretación del informe provocó el revuelo. Esto llevó a que la Coordinadora Residente de la ONU en Bolivia ofreciera una conferencia de prensa urgente el 17 de junio, acompañada por la ministra de Relaciones Exteriores, el Ministro de Planificación del Desarrollo y el ministro de Desarrollo Rural y Tierras. En la conferencia, se afirmó enfáticamente que Bolivia no está en riesgo de hambruna. Además, el Gobierno reafirmó su compromiso de impulsar la producción agrícola para garantizar el abastecimiento de alimentos a toda la población, especialmente a los sectores más vulnerables, y de seguir trabajando con organismos multilaterales para promover la soberanía alimentaria, el desarrollo rural integral y el bienestar de las familias bolivianas. Esta aclaración ayudó a calmar los ánimos.
Más allá de esta pertinente aclaración, la palabra “hambruna” evoca imágenes apocalípticas de pueblos africanos en inanición, desnutridos, famélicos, enfermos y al borde de la muerte por falta de alimentos. Sin embargo, es importante señalar que el informe de la ONU sí advierte sobre un deterioro progresivo de la inseguridad alimentaria aguda en Bolivia a corto plazo y explica las razones.
Para entender de qué hablamos, debemos aclarar que un país tiene “seguridad alimentaria” cuando se cumplen dos condiciones: que haya alimentos disponibles en el mercado y que sean accesibles para la población, es decir, que tengan un precio asequible. Porque podría suceder que existan alimentos, pero sean tan caros que no se puedan adquirir.
También es necesario precisar que, aunque un país puede lograr seguridad alimentaria con alimentos de origen nacional o importados, lo ideal es alcanzar el autoabastecimiento para evitar la dependencia y la vulnerabilidad, logrando así la “soberanía alimentaria”. En Bolivia, gracias a Dios, la mayoría de los alimentos básicos se producen localmente. Finalmente, cabe destacar que, peor que la “inseguridad alimentaria”, está la “crisis alimentaria”, que ocurre cuando las personas pasan días sin comer por falta de dinero, acceso a alimentos u otros recursos.
Dicho esto, ¿cuál es la relevancia del informe de la ONU para Bolivia? Sin duda, la identificación de los factores que contribuyen al progresivo deterioro de la inseguridad alimentaria aguda.
Para ofrecer un análisis equilibrado, le pedí a una inteligencia artificial que resumiera el informe, y esto fue lo que indicó:
“Bolivia aparece como uno de los países con probabilidad creciente de deterioro en su seguridad alimentaria aguda entre junio y octubre de 2025. La inflación económica sostenida está afectando el poder adquisitivo de la población, lo que dificulta el acceso a alimentos básicos. La escasez de reservas internacionales limita la capacidad del país para importar alimentos y combustibles, profundizando la crisis. Las dificultades para acceder a insumos y combustibles han afectado la producción de alimentos, en particular el maíz, un cultivo clave en la dieta boliviana.
En octubre de 2024, 2,2 millones de bolivianos sufrían inseguridad alimentaria aguda, equivalente al 19 % de la población. Bolivia no está entre los países en riesgo técnico de hambruna, como Sudán, Gaza, Sudán del Sur, Haití o Malí. Sin embargo, si no se abordan las causas estructurales, la situación podría empeorar durante el segundo semestre de 2025, especialmente en zonas rurales. La combinación de factores económicos, climáticos y logísticos (por ejemplo, bloqueos) ha generado un efecto acumulativo que agrava la situación alimentaria.”
Para revertir esta situación, el Gobierno debería garantizar tres aspectos: seguridad jurídica (cero avasallamientos y bloqueos), seguridad de mercados (libre exportación y represión del contrabando) y seguridad en políticas públicas (por ejemplo, el uso de biotecnología). Estas medidas permitirían que el sector agropecuario invierta más, genere empleos dignos e ingresos, y produzca una cantidad sostenible de alimentos. Así, Bolivia podría convertirse en un gran país agroexportador, obteniendo miles de millones de dólares cada año.
Gary Antonio Rodríguez Álvarez es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
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