

Bolivia atraviesa una aguda crisis económica: el presidente Luis Arce advirtió que el país podría incumplir pagos de su deuda externa si no consigue pronto nuevos préstamos. “Tenemos toda la intención de pagar nuestra deuda, ¿pero si no tenemos los recursos?”, preguntó Arce citado por AFP.
La inflación interanual se disparó a 18,5% en mayo (cifra récord en 17 años) y la escasez de gasolina y dólares ha alimentado protestas sociales. En las últimas semanas miles de choferes marcharon en La Paz demandando combustible, mientras se registraron bloqueos de caminos impulsados por sectores afines al expresidente Evo Morales.
¿Por qué faltan dólares?
Diversos factores han combinado para estrangular la oferta de divisas. Las exportaciones de gas natural, antes motor clave de la economía, se han desplomado: en la última década se han reducido a la mitad. Sin nuevos yacimientos exportadores y con contratos energéticos en declive, los ingresos por gas (históricamente más de la mitad de los ingresos externos del país) han caído drásticamente.
Para compensar la falta de diésel y gasolina nacionales, el gobierno ha importado combustibles a precio internacional y los vende con fuertes subsidios. Esto casi ha agotado las reservas líquidas del Banco Central, que han caído de 15.000 millones de dólares en 2014 a poco más de 2.000 millones hoy, de los cuales solo unas decenas de millones están inmediatamente disponibles.
Los altos subsidios energéticos han forzado al país a usar gran parte de sus dólares para sostener el abastecimiento interno. Al mismo tiempo, un déficit fiscal elevado y la emisión monetaria han presionado la inflación (cerca del 18% anual), depreciando el boliviano en el mercado paralelo y reduciendo aún más la confianza en la moneda local.
En resumen:
- Caída del gas: La exportación de gas, principal ingreso de divisas, se redujo un 50% en 10 años, mermando gravemente los ingresos estatales.
- Reservas en mínimos: Las reservas internacionales actuales (alrededor de 2.600 millones de dólares a abril 2025) son las más bajas de la historia reciente. Esta caída continúa a medida que se destinan dólares para subsidiar combustibles.
- Subsidios energéticos: Importar gasolina y diésel para venderlos subvencionados demanda ingentes recursos. Según el ministro de Economía, se ha agotado casi todo el saldo líquido de divisas para comprar combustibles.
- Déficit fiscal e inflación: El elevado déficit (aproximadamente 9% del PIB proyectado) se financia en parte con crédito del BCB, alimentando la inflación. Los precios suben y la falta de dólares encarece aún más las importaciones, profundizando la escasez.
Datos clave de la crisis
- Inflación: 18,5% interanual (mayo 2025), el nivel más alto desde 2008.
- Deuda externa: Equivale al 37,2% del ingreso nacional bruto (dato Banco Mundial). Es un nivel moderado en Latinoamérica, pero la falta de liquidez dificulta su servicio.
- Préstamos pendientes: El Ejecutivo solicitó 1.800 millones de dólares a organismos multilaterales (BID, CAF, Banco Mundial y China), pero el Congreso aún no autorizó esos créditos.
- Requerimientos hasta diciembre: Se necesitan unos 2.600 millones de dólares para importar combustibles y cubrir pagos de deuda externa. Sin esos fondos se agravan los riesgos financieros.
- Acreedores principales: BID, Banco Mundial, CAF y China lideran la lista de acreedores internacionales de Bolivia.
Si no se aprueban estos créditos, el país no tendría más oxígeno: estaría pagando intereses y capital sin contar con nuevos desembolsos que lo compensen, lo que aumenta la probabilidad de un impago. Un eventual default dañaría la calificación crediticia boliviana y restringiría el acceso a mercados internacionales de financiamiento por varios años.
El precedente de 1984
La última vez que Bolivia incumplió pagos fue en 1984, durante el gobierno del izquierdista Hernán Siles Zuazo. En esa época estalló una hiperinflación y hubo desabastecimientos generalizados: el dólar pasó de costar 6 bolivianos en 1980 a más de 1.149.000 al final de 1984. Aquella crisis llevó al cambio drástico de políticas económicas para estabilizar precios. Por eso, el caso actual convoca el fantasma histórico: como advirtió Arce, un default hoy “no solo afectaría la calificación de riesgo, sino que comprometería el acceso a mercados internacionales de financiamiento por varios años”.
Conflicto político y elecciones
La crisis tiene también una fuerte dimensión política. Según el Ejecutivo, existe un bloqueo parlamentario: una alianza de facto entre la oposición de derecha y diputados del oficialismo leales a Evo Morales está paralizando la aprobación de los préstamos multilaterales. Esto dificulta cualquier remedio financiero. Además, el propio Arce anunció que no se postulará a la reelección en las elecciones del 17 de agosto de 2025. Mientras tanto, Evo Morales —inhabilitado para volver al cargo— alentó protestas y bloqueos en demanda de soluciones, responsabilizando al gobierno de la crisis económica. Esta división dentro del oficialismo (MAS) y la pugna con la oposición intensifican la parálisis: los cuellos de botella políticos retrasan los préstamos necesarios, agravando la crisis de liquidez.
En conjunto, la combinación de choque externo (caída del gas y bajos precios), políticas internas expansivas (subsidios y gasto alto) y enemigos políticos al interior tiene a Bolivia en situación precaria. Sin un acuerdo urgente para destrabar créditos y corregir el desequilibrio fiscal-cambiario, el país quedará al borde del incumplimiento de su deuda, con las consecuencias económicas y sociales que ello implicaría.
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