

Uno de los mayores fenómenos de nuestro tiempo es el vertiginoso avance de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que han revolucionado el mundo, generando profundos cambios disruptivos gracias a la posibilidad de utilizar información digital.
En el pasado, el «poder» residía en quienes poseían la escasa información disponible. Hoy, sin embargo, el verdadero poder no radica en tener información, que abunda en exceso, sino en la capacidad de gestionarla en el ciberespacio. Saber administrar la información correcta marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.
A esto se suma la Inteligencia Artificial (IA), que consiste en algoritmos matemáticos y modelos informáticos capaces de procesar enormes cantidades de datos para tomar decisiones acertadas y sistematizar el conocimiento, ofreciendo soluciones en diversos campos. Su bajo costo pone en riesgo empleos tradicionales, como los de abogados, financistas, administradores, diseñadores, traductores, analistas, médicos, programadores y educadores, entre otros.
Fue el científico informático estadounidense John McCarthy quien introdujo el concepto de IA en 1956 y desarrolló en los años 60 el primer lenguaje de programación para esta disciplina. Sin embargo, no fue hasta hace pocos años que la IA adquirió una relevancia tal que su percepción oscila entre lo maravilloso y lo apocalíptico, debido a las posibles consecuencias de que las máquinas superen el control de sus creadores y lleguen a dominar a la humanidad.
Más allá de los temores catastrofistas, la IA está generando una sucesión frenética de inventos y mejoras, abarcando casi todos los ámbitos con una tecnología que supera la limitada inteligencia humana. Las computadoras programadas realizan en tiempo real, de forma casi instantánea, tareas que a cientos o miles de los mejores cerebros les tomarían horas, días o incluso años de arduo trabajo.
Un aspecto positivo de la IA es la posibilidad de interactuar con ella mediante un «prompt», es decir, un comando, pregunta, instrucción o solicitud que permite obtener respuestas en diferentes áreas del conocimiento. Esto resulta útil para abordar temas que generan debates apasionados entre lo técnico y lo ideológico, donde suele ser difícil llegar a un consenso. La IA puede ayudar a zanjar diferencias de opinión de manera objetiva, ya que quien razona es una máquina. Un ejemplo práctico que preocupa a los bolivianos es la subida del dólar.
Seguramente habrás oído y visto diversos análisis, debates, diagnósticos y propuestas sobre la escasez y el alto precio del dólar, sin que se llegue a un acuerdo. En este contexto, la IA puede ser una herramienta útil para realizar un examen imparcial del tema.
Si, por ejemplo, le preguntas a ChatGPT por qué ha incrementado el precio del dólar en Bolivia, responderá que se debe a una combinación de factores económicos, fiscales y políticos. Si pides un análisis más profundo, explicará que la subida del dólar no es un fenómeno aislado, sino el resultado de factores estructurales como la crisis energética, la baja productividad, un tipo de cambio irreal, la alta inflación y la crisis política que atraviesa el país. Concluirá que: «Sin reformas profundas, la presión sobre el dólar continuará y podría derivar en una devaluación oficial o una crisis cambiaria más severa.»
Si la situación se torna crítica y consultas a la IA qué deberían hacer los administradores del Estado para garantizar la disponibilidad de dólares a bajo precio, responderá: «El gobierno necesita actuar rápido, pero con visión de largo plazo. Medidas como restringir el mercado informal o controlar precios pueden aliviar tensiones brevemente, pero sin resultados estructurales, el problema se agudizará. Lo esencial es recuperar la generación de dólares y reconstruir la confianza en la economía nacional.» Si preguntas cómo lograrlo, dirá: «Aumentando y diversificando las exportaciones, atrayendo inversión extranjera directa, reactivando el turismo internacional, incentivando el uso del sistema financiero formal, estabilizando la política fiscal y monetaria, negociando financiamiento externo y promoviendo la transparencia y el diálogo nacional.»
No lo dicen los gremios, los empresarios ni los analistas, sino la Inteligencia Artificial, que supera a la inteligencia humana y que, en tantas ocasiones, nos lleva a actuar en contra de estas recomendaciones, haciendo que el dólar suba y escasee aún más.
Gary Antonio Rodríguez Álvarez es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
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