

La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de declarar una “emergencia nacional” e imponer “aranceles recíprocos” a las importaciones globales, con pocas excepciones, ha dominado los titulares desde el 2 de abril. Como señalan los medios, es una “noticia en desarrollo”: sabemos cómo comenzó, pero nadie puede predecir cómo terminará.
El anuncio de Trump establece aranceles de importación del 10% para la mayoría de los países, 20% para la Unión Europea, 34% para China y niveles específicos para otros. Esta medida provocó respuestas contundentes: la Unión Europea impuso aranceles del 25% a productos estadounidenses por 21,000 millones de euros, mientras que China replicó con un 34% a las importaciones de EE.UU.
La Orden Ejecutiva de Trump, respaldada por un informe de la Casa Blanca, argumenta que los crecientes déficits comerciales de EE.UU. se deben a la falta de reciprocidad en el comercio, altos aranceles extranjeros, barreras no arancelarias, subsidios, regulaciones restrictivas y manipulación de monedas, mientras el gobierno estadounidense mantiene una baja protección a las importaciones, sacrificando su industria y millones de empleos (“Regulating Imports with a Reciprocal Tariff”, Casa Blanca, 2-04-2025).
En medio de esta escalada arancelaria, el 9 de abril llegó una noticia alentadora. Trump anunció en una publicación:
“Más de 75 países han contactado a representantes de EE.UU., incluidos los Departamentos de Comercio y Tesoro, y el Representante Comercial, para negociar soluciones a los temas comerciales, como barreras, aranceles y manipulación de divisas. Dado que estos países no han tomado represalias, he autorizado una pausa de 90 días y un arancel reducido al 10%, con efecto inmediato.”
Así, EE.UU. aplicará un arancel universal del 10% a las importaciones, exceptuando los bienes de México protegidos por el T-MEC. Sin embargo, China enfrenta un arancel elevado al 145%, a lo que respondió con un 125%.
La Unión Europea, en una medida espejo, suspendió sus represalias por 90 días y propuso un “arancel cero” recíproco para bienes industriales, marcando un segundo destello de esperanza. Además, el secretario del Tesoro de EE.UU. anunció negociaciones con Japón, India, Vietnam y Corea del Sur, lo que podría desencadenar una ola de diálogos por el libre comercio.
Trump, confiado en su estrategia, expresó sobre China: “Creo que querrán llegar a un acuerdo. Recibiremos una llamada y todo estará listo. Será grandioso para ellos, para nosotros y para el mundo” (“Trump, convencido de un acuerdo con China”, El Mundo, YouTube, 10-04-2025).
En este escenario, los países evalúan los impactos. En Bolivia, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) estimó que el 90% de los 263 productos exportados a EE.UU. en 2024, equivalente a la mitad de los 271 millones de dólares, se verán afectados por el arancel del 10%. Productos como estaño, cobre refinado, plata, maderas perfiladas y libros quedarán exentos.
Pese a las tensiones, el IBCE destacó cuatro lecciones de esta crisis: 1) Los desequilibrios comerciales persistentes generan inestabilidad; 2) Ignorar a socios clave, como EE. UU., es un error estratégico; 3) La realidad a menudo supera la imaginación; 4) Si Bolivia hubiera negociado acuerdos de libre comercio con mercados como la Unión Europea, Asia o EE. UU., hoy sería menos vulnerable y tendría mayor poder de negociación.
Esta guerra arancelaria, aunque incierta, abre ventanas de oportunidad. Negociar con pragmatismo y visión será clave para transformar los desafíos en ventajas. ¡Que las lecciones aprendidas guíen el camino!
Gary Antonio Rodríguez Álvarez es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
La opinión expresada en este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una posición oficial de Enfoque News.
Sé el primero en dejar un comentario