

Estados Unidos elevó los aranceles a las importaciones chinas hasta un 145%, un nuevo récord en la escalada de tensiones comerciales entre las dos principales economías mundiales. La Casa Blanca confirmó este incremento a CNBC, tras una serie de medidas anunciadas en los últimos días por el presidente Donald Trump.
El ajuste más reciente, dispuesto mediante una orden ejecutiva firmada por Trump, llevó los aranceles del 84% al 125%. A esto se suma un gravamen adicional del 20%, impuesto previamente por el mismo mandatario en relación con el tráfico de fentanilo, lo que eleva la tasa total al 145%.
La medida se enmarca en una disputa arancelaria que se agudizó la semana pasada, cuando Trump anunció “aranceles recíprocos masivos” contra los principales socios comerciales de Estados Unidos. China, el país más afectado, enfrentó inicialmente un gravamen del 34%. En respuesta, Pekín aplicará aranceles equivalentes a todas las importaciones estadounidenses a partir del 10 de abril.
Lejos de apaciguar el conflicto, la represalia china desencadenó nuevas acciones desde Washington. El lunes, Trump amenazó con un alza adicional del 50% si China no retiraba sus contramedidas, elevando los aranceles a productos chinos al 104%. Horas después, tras un nuevo incremento chino del 84% sobre bienes estadounidenses, Trump respondió subiendo la tasa al 125%, justificándolo como una reacción a “la falta de respeto de China hacia los mercados globales”.
Esta guerra comercial ha puesto en alerta a los mercados internacionales. Expertos advierten que el intercambio de aranceles podría trastornar el comercio mundial, encarecer productos de consumo masivo y desestabilizar cadenas de suministro clave. Sectores como la tecnología y la agricultura, tanto en Estados Unidos como en China, podrían sufrir impactos significativos, afectando a empresas y consumidores por igual.
Analistas coinciden en que el conflicto, lejos de resolverse, parece entrar en una fase más agresiva, con escasas señales de diálogo entre las partes. Las próximas semanas serán decisivas para determinar si la escalada persiste o si alguno de los gobiernos opta por negociar. Por ahora, el fin de esta batalla arancelaria no está a la vista.
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