

Jaime Dunn, precandidato liberal y consultor financiero, confirmó este jueves su postulación a la Presidencia de Bolivia por Acción Democrática Nacionalista (ADN) para las elecciones de agosto, aunque subrayó que su objetivo trasciende al partido: pretende construir una coalición amplia con fuerzas políticas que impulsen un «cambio real» en el país.
En entrevista con el programa Asuntos Centrales, Dunn ratificó su adhesión a ADN —fundado por el exdictador Hugo Banzer—, pero aclaró que su estrategia es integrar una plataforma unificada: «Acepté participar con ADN, pero como parte de una unión emergente. La meta es converger en torno a un proyecto y sumar a todos los que busquen transformaciones profundas», declaró.
El precandidato reveló que mantiene diálogos con otras organizaciones y evalúa «múltiples invitaciones». «Sigo en contacto con distintos espacios políticos», precisó, al anunciar su intención de formar una alianza «representativa y capaz de gobernar».
Críticas a la fragmentación opositora
Dunn se refirió sin rodeos a la reciente ruptura del bloque opositor, que calificó como «un proceso angustiante para Bolivia, marcado por descalificaciones personales y divisiones estériles». Sus declaraciones aluden a los enfrentamientos públicos entre facciones, que han debilitado las alternativas al oficialismo.
Aunque agradeció el respaldo de ADN, enfatizó que su candidatura sigue en fase de definición: «Es un honor este apoyo, pero mi decisión es llegar a la Presidencia con una propuesta sólida».
Discurso liberal y alianza estratégica
Integrante del movimiento Voz Liberal Bolivia, Dunn centra su mensaje en las «ideas de libertad», que describe como «un faro ante la crisis actual». Su incorporación a ADN responde a la convocatoria lanzada el 8 de abril por el líder del partido, Freddy Terrazas, quien lo invitó a construir «una alternativa renovada con principios democráticos y nacionalistas».
Con este paso, Dunn aspira a capitalizar el malestar hacia la polarización, aunque su viabilidad dependerá de su capacidad para unir a una oposición dispersa. Analistas señalan que el desafío inmediato es demostrar cohesión programática más allá de las adhesiones partidarias.
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