

La cotización del dólar en el mercado paralelo alcanzó este jueves los 13,43 bolivianos, un nuevo máximo que duplica con creces el tipo de cambio oficial de 6,96 bolivianos, fijado por el Banco Central de Bolivia (BCB) desde 2011. Esta brecha, la más amplia en años, refleja la escasez crónica de divisas que azota al país desde 2023 y alimenta la incertidumbre económica.
Según plataformas de monitoreo financiero, la criptomoneda USDT, usada como referencia en transacciones informales, se negoció a 13,43 bolivianos por dólar en el mercado de venta. En casas de cambio tradicionales, como Manantial, ubicada en la avenida 16 de Julio de La Paz, la cotización fue de 13,40 bolivianos, un valor similar al registrado en locales de la avenida Camacho. Estos datos confirman una tendencia alcista que aleja cada vez más al mercado paralelo del tipo de cambio oficial.
El tipo de cambio oficial, aunque defendido por las autoridades, ha perdido relevancia práctica. En su lugar, el mercado paralelo impone cotizaciones que complican el acceso a divisas para ciudadanos y empresarios, impulsando una dolarización informal. Esta distorsión genera dificultades para importar bienes esenciales y presiona los precios internos, afectando el poder adquisitivo de los bolivianos.
Una crisis que se agudiza
La presión sobre el dólar paralelo se intensificó desde 2023, cuando la cotización superó los 10 bolivianos. A mediados de marzo de este año, la fuerte demanda de divisas para importar combustibles disparó el valor a 11 bolivianos. La decisión de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) de adquirir dólares directamente del sistema bancario redujo aún más la disponibilidad de divisas en el mercado informal, agravando las tensiones.
Aunque la llegada de combustibles en semanas recientes estabilizó temporalmente la cotización en torno a los 13 bolivianos, el repunte a 13,43 bolivianos evidencia que las presiones persisten. Expertos advierten que la coexistencia de múltiples tasas de cambio no oficiales —para exportadores, importadores y operaciones fronterizas— complica el panorama económico. Luis Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija, señaló que esta fragmentación fomenta la informalidad y obstaculiza los esfuerzos por estabilizar la economía.
Un esquema cambiario bajo presión
El régimen de tipo de cambio fijo, vigente desde hace más de una década, enfrenta críticas por su incapacidad para responder a la creciente demanda de divisas. Mientras las reservas internacionales del BCB continúan disminuyendo, la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo sigue ampliándose, con impactos directos en la inflación y la estabilidad macroeconómica.
Sin medidas estructurales para fortalecer las reservas o ajustar el esquema cambiario, el mercado paralelo seguirá marcando la pauta, imponiendo costos cada vez más altos a los bolivianos. La crisis cambiaria no solo pone en jaque la política monetaria, sino que también evidencia los límites de un modelo que, en la práctica, se aleja de la realidad económica del país.
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