

La inflación acumulada en Bolivia llegó al 5% en el primer trimestre de 2025, superando con creces las expectativas oficiales, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta cifra, alcanzada en solo tres meses, representa el 67% de la meta anual del 7,5% establecida por el Gobierno, lo que pone en duda las promesas de estabilidad económica.
Marzo cerró con un incremento mensual del 1,71%, llevando el acumulado trimestral al 5%. En febrero, la inflación fue del 1,26% (acumulado de 3,24%), mientras que en enero se registró un alza inicial más moderada. Comparado con 2024, cuando el 5% se alcanzó recién en septiembre, el ritmo actual refleja una aceleración preocupante.
Alimentos y servicios lideran el alza
Los principales responsables del aumento en marzo fueron alimentos como la carne de pollo, la res sin hueso, el tomate y la cebolla, junto con servicios como el transporte en minibús y los almuerzos fuera del hogar. En contraste, algunos precios bajaron, como el transporte interdepartamental en bus, la carne de cerdo, los televisores y productos agrícolas como la papaya.
La inflación no golpeó por igual al país. La conurbación de La Paz registró el mayor aumento (2,10%), seguida por Cobija (1,77%) y Oruro (1,75%). Santa Cruz, en cambio, mostró el menor incremento, con un 1,39%.
Proyecciones bajo escrutinio
El Presupuesto General del Estado (PGE) 2025 proyectó una inflación anual del 7,5%, pero el ritmo actual sugiere que podría superarse con facilidad. En 2024, la meta oficial era del 3,6%, pero el año cerró con un 9,97%, casi tres veces lo estimado. Expertos y organismos internacionales advierten que la inflación podría escalar al 15% en 2025, aunque el Gobierno rechaza estas previsiones y defiende su estrategia.
Con estas cifras, Bolivia se mantiene entre los países más inflacionarios de América Latina, solo por detrás de Venezuela y Argentina, según datos comparativos desde 2024.
Impacto en la población
El avance acelerado de la inflación erosiona el poder adquisitivo de las familias, especialmente en rubros esenciales como alimentos y transporte. Con dos tercios de la meta anual ya consumidos en el primer trimestre, las autoridades enfrentan crecientes presiones para ajustar sus políticas económicas o revisar unas proyecciones que parecen alejarse de la realidad. Mientras tanto, la ciudadanía siente el encarecimiento progresivo de su canasta básica.
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