La madrugada de este lunes, la marcha encabezada por el expresidente Evo Morales partió desde Apacheta con destino a La Paz, en medio de un clima de tensión creciente. En las primeras horas de la movilización, Morales no fue visto, pero se unió al contingente minutos después de las 06:00, sumándose a un grupo de campesinos que lo apoyan. El avance de la marcha busca llegar a la sede de Gobierno en un contexto de enfrentamientos y bloqueos en la ciudad de El Alto.
El conflicto entre facciones del oficialismo se agudizó en Ventilla, zona estratégica en el ingreso a El Alto, donde seguidores de Morales y del presidente Luis Arce (arcistas) se enfrentaron el domingo, dejando un saldo de nueve heridos. La violencia se desató en medio de protestas y bloqueos organizados por militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS), quienes instalaron vigilias en la avenida 6 de Marzo.
Durante la noche del domingo, los manifestantes bloquearon la vía con escombros, encendieron fogatas con llantas y sembraron piedras para interrumpir el tránsito de vehículos. Aunque la cantidad de personas no era numerosa, los bloqueos afectaron la circulación en la zona. Los buses que llegaban desde Oruro y otros vehículos debieron utilizar rutas alternas para evitar el área de conflicto, donde no se observó presencia policial.
En paralelo, el presidente Arce, a través de un mensaje emitido la noche del domingo, reiteró su llamado al diálogo con Morales. En esta ocasión, sugirió que el encuentro se realice en las oficinas del Defensor del Pueblo, pero también advirtió que se hará cumplir la Constitución Política del Estado (CPE). Morales, por su parte, condicionó el diálogo a que Arce se presente en la marcha, una exigencia rechazada por el Gobierno, que argumenta falta de garantías de seguridad para el mandatario.
En La Paz, las autoridades han cerrado los accesos a la plaza Murillo, epicentro del poder político del país, ante la inminente llegada de la marcha. Este conflicto interno en el MAS refleja tensiones profundas en la estructura política oficialista, con implicaciones que podrían repercutir en la estabilidad del país.
La situación sigue siendo crítica, mientras las demandas de Morales y sus seguidores persisten en medio de una creciente división en el seno del partido en función de Gobierno.