El comandante del Ejército boliviano, Gral. Juan José Zúñiga, encabezó hoy una movilización militar masiva hacia plaza Murillo, desplegando tanquetas y tropas que rodearon el centro neurálgico de la capital. En un discurso cargado de acusaciones y advertencias, Zúñiga declaró que “por el momento” reconoce al presidente Luis Arce, pero insinuó la posibilidad de tomar el Gobierno.
Zúñiga, flanqueado por un contingente militar visible y con un vehículo camuflado y blindado, posicionó su presencia en el kilómetro cero de la ciudad, mientras esperaba que se calmen las aguas tras un tenso intercambio con autoridades gubernamentales. El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, había exigido su salida, a lo que Zúñiga respondió con un mensaje desafiante.
“Es más grande el dolor de un desesperado del poder. Es más importante el dolor y la rabia de un grupo de pandilleros que a toda costa quieren tomar el poder”, expresó Zúñiga en declaraciones a los medios de comunicación presentes. Sus palabras denotaron una clara crítica hacia lo que describió como intentos de saqueo de recursos naturales y un llamado a la acción de las Fuerzas Armadas en respuesta a un supuesto clamor popular.
Al ser interrogado sobre su posición con respecto al presidente Arce, Zúñiga afirmó en tono ambiguo: “Por el momento”. Este comentario dejó entrever la fragilidad de la legitimidad gubernamental bajo la mira de las fuerzas militares, las cuales, según Zúñiga, están en “emergencia” y “acuarteladas” para defender lo que él denomina “nuestra amada patria”.
La situación en plaza Murillo sigue siendo tensa, con presencia policial y militar intensificada mientras la incertidumbre política se profundiza en Bolivia. Las palabras de Zúñiga reflejan una división interna dentro de las fuerzas armadas y un desafío abierto hacia la autoridad constituida, elevando la preocupación por la estabilidad y la gobernabilidad en el país andino.
Las reacciones nacionales e internacionales no se han hecho esperar, con llamados a la calma y a la resolución pacífica de las diferencias, mientras la comunidad internacional observa con atención los desarrollos en este país sudamericano, históricamente marcado por episodios de inestabilidad política y conflictividad social.