VOA.- La preocupación sobre la actividad del volcán Popocatépetl cambia según la dirección en la que sople el viento, que es el que mueve sus cenizas.
Mientras al este de la montaña los residentes barrían las calles y usaban mascarillas, en el oeste observaban sin inmutarse los gases y cenizas que se elevaban desde del cráter.
La montaña de 5.425 metros de altura sobre el nivel del mar y a unos 70 kilómetros al sureste de la Ciudad de México ha tenido emanaciones durante varios días, que han cubierto poblados y cultivos del estado de Puebla con una fina capa de cenizas.
“Cuando no hace nada sí nos preocupamos”, dijo Viridiana Alba, quien ha vendido flores en la plaza central de Amecameca durante 25 años. El volcán se eleva justo enfrente de su puesto. “Sabemos que está sacando humo, eso está liberando la energía de lo que guarda”, comentó.
Aún hay cenizas sobre el toldo que protege a sus flores. Cayeron durante el fin de semana pasado, cuando tuvo el viento en contra y esta ciudad de unos 50.000 habitantes sintió los temblores que provoca el volcán. Pero mientras la ceniza siga siendo poca, ella cree que ayudará a sus plantas.
Los vientos han arrastrado una enorme columna de cenizas hacia el este, sobre los estados de Puebla y Veracruz, y eventualmente sobre la Bahía de Campeche y más allá.
El Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) señaló en su reporte del martes que se siguen formando pequeños domos de lava dentro del cráter, los cuales estaban siendo destruidos por explosiones pequeñas y moderadas.
El pronóstico fue que es posible que los residentes de las comunidades cercanas al volcán sigan sintiendo esas explosiones en los próximos días y semanas.
El domingo las autoridades aumentaron el nivel de alerta, aunque aseguran que no existe riesgo en este momento para la población.
Tampoco se han ordenado evacuaciones, pero las autoridades han estado trazando rutas de desalojo, preparando albergues y miles de soldados están en alerta por si tienen que activarse.
Justo en el conocido Paso de Cortés, la pequeña carretera de montaña que atraviesa entre el “Popo” y el otro volcán que hay a su lado, el Iztaccíhuatl, que no está activo, una veintena de unidades de Protección Civil y efectivos militares hacían guardia.
El tráfico está ya cortado y la mayoría de las cabañas que normalmente atienden a turistas y visitantes están cerradas.
Cástula Sánchez, una anciana de 75 años que vende comidas los fines de semana, confía en que el volcán se tranquilice y vuelvan los turistas. Ella vive en una comunidad cercana, San Pedro Nexapa, y la lava de hace casi tres décadas llegó a una ladera cerca de su casa antes de que les evacuaran pero no pasó a más.
En Amecameca, la policía entregó volantes con información sobre preparativos en caso de que el volcán incremente su actividad. Recomiendan a la población tener documentos importantes a la mano, mantener vehículos con tanque de combustible lleno, tener a disposición cubrebocas y toallas para humedecer en caso de que los residentes tengan que salir con poco aviso.
La mayoría de los residentes ya saben qué hacer, en especial los que recuerdan una erupción de 1997 que “oscureció el cielo, veías truenos… y caía lluvia de lodo”, narró el exfuncionario Benítez.
“La nube piroclástica se vino a Amecameca y fue un caos, todo el mundo quiso salir en ese momento y fue tremendo”, añadió.
La única ocasión en que el Popocatépetl desató una alerta roja en el sistema de alarma del gobierno desde que salió de varias décadas de inactividad en 1994, fue en 2000. La última gran erupción del volcán ocurrió hace más de 1.000 años.