EFE.- El expresidente de Perú Alejandro Toledo se entregó este viernes a un tribunal de San José (California, Estados Unidos) para ser extraditado a su país, donde se enfrenta a un caso de corrupción. Toledo, de 77 años, fue jefe de Estado en Perú entre 2001 y 2006 y está acusado de haber recibido decenas de millones de dólares del grupo de construcción brasileño Oderbrecht, en el marco de un vasto escándalo sobre adjudicación de obras públicas.
La cuenta atrás de su extradición a Perú se aceleró después de que el juez Thomas S. Hixson, de la Corte del Distrito Norte de California de Estados Unidos, ordenara que se pusiera a disposición de las autoridades este mismo viernes.
El ministro de Justicia peruano, José Tello dijo que el Gobierno provisional de Dina Boluarte está a la expectativa del desenlace. Recordó que el exmandatario puede ser puesto a disposición de las autoridades peruanas apenas sea detenido, por lo que su llegada a Perú se puede producir “en el más breve plazo”. Detalló al respecto que un equipo de la Oficina de Cooperación Internacional, apoyado por la Interpol y la cancillería, tiene que viajar a California para recibir a Toledo y llevarlo a Perú, donde será recluido, muy probablemente, en el penal de Barbadillo, donde se encuentran Alberto Fujimori y Pedro Castillo.
El ‘Cholo’, héroe de la caída de Fujimori a finales del año 2000, y el primer presidente electo democráticamente tras 10 años de autocracia y un interinato de Valentín Paniagua, está convencido de que será linchado en los tribunales peruanos que son, dijo, peores que el sistema judicial de Irán, China, Nigeria y Sudán. “Déjenme luchar con argumentos”, dijo el exjefe de Estado. La fiscalía peruana ha solicitado 20 años de cárcel para Toledo por presunto lavado de activos en el marco del caso Odebrecht. El dinero lo habría recibido a cambio de licitar a favor de la empresa brasileña Odebrecht el proyecto de construcción de dos tramos de la llamada Carretera Interoceánica.
Desde hace casi seis años, Toledo viene eludiendo las peticiones de extradición formuladas desde Lima. Tras un año bajo las rejas en una prisión californiana, en 2020 obtuvo el arresto domiciliario. Su apartamento en Menlo Park, cerca del campus de la universidad de Stanford, no se caracteriza por la austeridad. Allí pensaba vivir el resto de sus días, con las ventanas que dan a la piscina. Su suerte cambió por completo el pasado jueves cuando el juez Hixson le negó una moción de emergencia presentada por sus abogados defensores para que se vuelva a suspender el proceso de extradición que pesa en su contra. “Mi salud es muy mala. Tomo 14 pastillas diarias, tengo hipertensión y sufro por los remanentes del cáncer (…). Solo respeten eso, no han probado nada y ya me quieren meter en la cárcel”, se quejó .”Yo no soy un fugitivo como Fujimori. Yo me mudé al lugar (Bahía de San Francisco) donde me formé (…). Tampoco me escaparía ahora, eso sería reconocer mi culpabilidad”.