La calidad del aire en Santa Cruz de la Sierra ha vuelto a ser motivo de preocupación. Este jueves, el Índice de la Calidad del Aire (ICA) alcanzó un nivel “muy malo”, registrando un valor de 172, según los parámetros monitoreados por las autoridades. Este deterioro comenzó desde la tarde del miércoles, cuando el ICA ya había sido clasificado como “malo”, tras algunos días en los que la ciudad había disfrutado de una calidad del aire “buena”.
El cambio en la dirección de los vientos hacia el norte ha sido identificado como el principal factor del incremento en los niveles de contaminación. Según un informe de la secretaría municipal de Santa Cruz de la Sierra, estos vientos han facilitado el transporte de contaminantes atmosféricos hacia la ciudad, afectando directamente la salud pública, especialmente a los grupos de riesgo, quienes han sido instados por la Alcaldía a evitar actividades al aire libre.
El deterioro de la calidad del aire no solo ha afectado a los habitantes de Santa Cruz, sino también ha tenido un impacto significativo en las operaciones aéreas. A las 08:00 de la mañana de este jueves, el aeropuerto El Trompillo suspendió temporalmente sus vuelos debido a la densa humareda que redujo la visibilidad.
Elmar Pozo, director nacional de Navegación Aérea y Aeropuertos Bolivianos (Naabol), confirmó que el fenómeno no se limita solo a El Trompillo, sino que ha afectado a un total de 10 aeropuertos en todo el departamento, incluyendo los de Camiri, San Ignacio de Velasco y San José de Chiquitos. “Lamentablemente, la reducción de la visibilidad no nos permite aprobar los planes de vuelo de los taxis aéreos en El Trompillo”, lamentó Pozo.
A pesar de esta situación, las operaciones en el aeropuerto internacional Viru Viru, el más importante de la región, se mantienen con normalidad desde hace casi una semana. Sin embargo, la humareda continúa siendo un desafío para la gestión del tráfico aéreo en aeropuertos secundarios y podría empeorar si las condiciones atmosféricas no mejoran en los próximos días.
Este panorama genera preocupación, no solo por la afectación a la movilidad aérea, sino también por los riesgos para la salud pública, en especial para las personas más vulnerables, que deben tomar precauciones ante los altos niveles de contaminación.