Agencias.- En el zoco Waqif de Doha, las camisetas de fútbol se entremezclan con las alfombras, las joyas de oro vendidas al peso y otro tipo de ‘souvenirs’. Catar espera con impaciencia el Mundial-2022 para que sirva como pista de despegue para el sector del turismo.
Durante el fin de semana, desde el jueves por la tarde al sábado, el mercado de llena de visitantes de todas las edades, deambulando entre edificios bajos decorados con arcos de madera, fumando narguile en las terrazas o divirtiéndose con el espectáculo que ofrece un vendedor turco de helados.
En una pista de tierra, dos hombres con el traje tradicional blanco ayudan a los visitantes a instalarse sobre dos camellos. Los más aventureros se internarán por estrechas callejuelas de la parte del zoco conocida como “la caravana de camellos”, cercana al Diwan, el palacio desde el que reina el emir, y de las principales zonas de aficionados del Mundial.
El dueño de la caballeriza, Abdul Rahman Mohammad Al-Naama, espera “una gran afluencia” durante el primer Mundial de fútbol en un país árabe, del 20 de noviembre al 18 de diciembre. “Creo que muchos turistas tendrán ganas de ver camellos, porque no se encuentran en los países europeos y de Asia del Este, y se tomarán fotos con ellos”, añade el hombre.
Reconstruido en 2003 después de un incendio, sobre un enclave de más de cien años, el zoco Waqif es una de las atracciones turísticas más reconocidas del pequeño Estado del Golfo. Su nombre significa ‘de pie’, la posición adoptada por los vendedores de la época.
Objetivo 6 millones de turistas
Antigüedades, productos artesanales, telas, muebles, decoración, instrumentos de música y figurines que van desde camellos de colores a platos ornados con dibujos de los rascacielos de los barrios de West Bay coexisten en el interior de las tiendas, que se preparan para afrontar una fuerte demanda.
Saleh Mohammed, por ejemplo, busca un repartidor para enviar sus joyas en oro hasta los hoteles, mientras que la prensa local informa que el mercado estará abierto las 24 horas del día durante el torneo.
El Mundial, durante el que Catar espera más de un millón de visitantes, debería generar 17.000 millones de dólares en ingresos para la economía del rico emirato gasífero y para dar un impulso al turismo.
El país pretende recibir a más de seis millones de visitantes al año hasta 2030, por los dos millones en 2019, antes de la pandemia. La compañía aérea Qatar Airways invierte así “centenares de millones de dólares” en infraestructuras y en la promoción del turismo, indicó recientemente su director general, Akbar Al-Baker.
El Mundial “establece una base sólida para el gobierno en su estrategia”, estima Kamilla Swart-Arries, especialista en turismo deportivo y profesora en la universidad Hamad bin Khalifa, en Catar.
El país “puede utilizar esta oportunidad para posicionarse como un destino familiar, además de las artes y la cultura”, con sus museos a la última y sus obras de arte diseminadas hasta en medio del desierto, prosigue.
“Los negocios se moverán”
“Si Dios lo quiere, Doha prosperará con la llegada de los extranjeros y los negocios se moverán”, desea Mohammed Bin Nasser, un jubilado catarí, después de haber presenciado como cada viernes después de la oración del alba la subasta de pájaros y aves.
A 07h00, en la parte del zoco dedicada a las aves de corral, el ruido es mareante. Sobre una mesa se exponen jaulas con pájaros de todo tipo. “¿Ocho palomas por cuánto? ¿40 riyales? ¿50? ¿60?” “¡Ocho palomas por 65 riyales!”, exclama un hombre barbudo vestido de color blanco.
No lejos de allí, en la cornisa que domina el mar, un reloj muestra la cuenta atrás antes del inicio de la cita mundialista, entre las banderas de las 32 naciones clasificadas. Allí, los amantes del fútbol que residen en Catar, la mayoría procedentes del sudeste asiático y de África, no cesan de tomarse fotos.
“¡Vamos Argentina!”, lanza en español Anwar Sadath, de 56 años, un aficionado de la India que apoya a la Albiceleste. Añade en inglés: “Soy fan de Messi, tengo una entrada para el partido contra Arabia Saudita”.