La minería, pilar económico de Bolivia, ha registrado un notable crecimiento en la producción de minerales tradicionales durante el tercer trimestre de 2024. Según el viceministro de Política Minera, Regulación y Fiscalización, Allen Marcelo Ballesteros López, la producción de minerales como zinc, estaño, plata, antimonio, plomo, wólfram, cobre, ulexita, bismuto y hierro aumentó un 26% en volumen respecto al mismo periodo de 2023. Este repunte consolida al sector como un motor clave del desarrollo nacional.
En términos de valor, el incremento fue del 16%, equivalente a $391.72 millones adicionales. Este avance responde a estrategias gubernamentales y a la recuperación de precios en los mercados internacionales, especialmente de zinc y plata, cuyos valores experimentaron alzas significativas.
El zinc se mantuvo como el mineral más exportado, representando el 40% del total de envíos al extranjero, seguido por la plata (30%) y el estaño (20%). Este desempeño ha generado un mayor ingreso de divisas y ha impulsado la creación de empleos directos e indirectos en las principales regiones mineras del país.
Sin embargo, la producción de oro mostró un retroceso significativo, con una caída del 44% en volumen y del 34% en valor. Entre las causas de esta contracción destacan la baja inversión en exploración, la falta de tecnología avanzada y la volatilidad del mercado internacional.
Regionalización de la producción
Potosí, La Paz y Oruro lideran la producción minera, representando el 87.6% del valor total nacional.
-Potosí: Con un aporte del 49.4%, destaca por su diversificación, con minerales estratégicos como zinc y plata. Su potencial para industrializar recursos evaporíticos como el cloruro de potasio y la ulexita abre nuevas oportunidades económicas.
-La Paz: Principal productor de oro, concentra también una parte significativa de la extracción de estaño y plata. Sin embargo, enfrenta retos como la minería informal y la necesidad de una mayor regulación.
-Oruro: Contribuye con el 9.3% del valor total, impulsado por el crecimiento sostenido en la producción de zinc, plomo y estaño.
Departamentos emergentes como Cochabamba (5.7%), Santa Cruz (1.3%) y Chuquisaca (1.1%) comienzan a destacar. Santa Cruz, en particular, ha incrementado sus exportaciones de hierro y piedras preciosas hacia mercados regionales.
La minería cooperativizada lidera el sector con el 46.5% del valor total, reflejando su capacidad para adaptarse a las fluctuaciones del mercado y generar empleo. Por su parte, la minería privada, que representa el 45.3%, se destaca por la incorporación de tecnología y la apertura de nuevos mercados internacionales.
El Estado, a través de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), aporta el 8.2%. Entre sus acciones estratégicas sobresalen la reactivación de proyectos paralizados, como la planta de refinación de zinc en Oruro, y avances en la industrialización del litio en el Salar de Uyuni.
Impacto social y ambiental
El crecimiento minero ha tenido impactos significativos en las comunidades locales. En Potosí y Oruro, las regalías mineras han financiado mejoras en infraestructura, educación y salud. Sin embargo, persisten desafíos en la distribución equitativa de estos beneficios.
En el ámbito ambiental, la minería enfrenta críticas por la contaminación de ríos y la falta de control sobre actividades informales. El Gobierno ha anunciado medidas para intensificar la regulación y promover prácticas sostenibles, con especial atención en la minería de oro, donde los impactos negativos son más evidentes.
Perspectivas y desafíos
Bolivia refuerza su posición como actor clave en la minería regional. El crecimiento en producción y valor de minerales refleja un dinamismo positivo, pero pone de manifiesto la necesidad de diversificación e industrialización del sector.
De cara a 2025, el Gobierno ha anunciado un plan de inversión que incluye la exploración de nuevos yacimientos, el desarrollo de infraestructura logística y la capacitación de mano de obra. Estas medidas buscan garantizar la sostenibilidad del sector y aumentar su contribución al PIB, que actualmente representa el 7%.
En un contexto global donde minerales estratégicos como el litio y el cobre son esenciales para la transición energética, Bolivia tiene una oportunidad única para consolidar su liderazgo. No obstante, el desafío radica en equilibrar el crecimiento económico con la sostenibilidad ambiental.