La producción de gas natural en Bolivia continúa cayendo de forma alarmante, con un promedio de 29,55 millones de metros cúbicos diarios (MMmcd) en octubre de este año, una disminución notable frente a los 33,93 MMmcd registrados en noviembre de 2023. Este declive refleja una crisis estructural en el sector hidrocarburífero, agravada por la declinación natural de los megacampos, la sobreexplotación y la falta de inversión en exploración durante la última década.
En su punto más alto, en 2014, Bolivia alcanzó una producción de 59,6 MMmcd de gas natural y 63.090 barriles diarios de líquidos. Sin embargo, en octubre de 2024, la producción de líquidos se desplomó a 25.550 barriles por día, una caída del 15% respecto a los 29.940 barriles diarios registrados en noviembre del año pasado.
La caída en los megacampos principales
El deterioro de los principales megacampos ilustra el alcance de la crisis:
- Margarita-Huacaya: De 10,81 MMmcd en noviembre de 2023 a 8,53 MMmcd en octubre de 2024.
- Sábalo: Descendió de 6,45 MMmcd a 5,57 MMmcd.
- Incahuasi-Aquío: Pasó de 7,42 MMmcd a 6,96 MMmcd.
- San Alberto: Reducción de 1,76 MMmcd a 1,56 MMmcd.
- Yapacaní: Cayó de 1,41 MMmcd a 1,17 MMmcd.
En conjunto, la producción de los demás campos también se contrajo, de 6,09 MMmcd a 5,76 MMmcd, consolidando la crisis generalizada en el sector.
Importación de combustibles: una medida de emergencia
Para hacer frente al desabastecimiento interno, el Gobierno promulgó el Decreto Supremo 5271, que permite excepcionalmente a personas naturales y jurídicas privadas importar diésel y gasolina para su venta en el mercado interno. Esta medida, inédita en décadas, excluye la subvención estatal en los precios del combustible importado.
Hasta septiembre de este año, Bolivia ya había importado diésel por un valor de 930,9 millones de dólares y gasolina por 727,9 millones de dólares, según datos oficiales. Estas cifras reflejan la creciente dependencia de combustibles externos en un contexto de reducción de la producción nacional.
Impacto económico y social
La crisis de producción y el déficit de combustibles han generado repercusiones significativas en sectores clave de la economía. La falta de diésel ha afectado la cosecha de verano en Santa Cruz, mientras que las largas filas en estaciones de servicio impactan al transporte público e interdepartamental. En casos extremos, la falta de combustible ha causado mortandad de pollos al no poder ser transportados al mercado.
El lunes, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) se reunió con autoridades del área de hidrocarburos para discutir la reglamentación del decreto. Entre los acuerdos alcanzados, se determinó que la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) establecerá únicamente precios referenciales para el combustible importado por privados.
Urgencia de políticas sostenibles
La caída sostenida en la producción de gas y líquidos evidencia la necesidad de políticas energéticas integrales que permitan revertir el déficit productivo y garantizar la seguridad energética del país. Mientras tanto, la apertura a la importación privada de combustibles representa una solución temporal, pero insuficiente, frente a los desafíos estructurales que enfrenta el sector energético boliviano.
Con un panorama crítico, Bolivia necesita con urgencia estrategias que aseguren inversiones en exploración, incentiven la producción y reduzcan la dependencia de importaciones, mitigando así los impactos sociales y económicos de esta crisis.