Los panificadores iniciarán este martes un paro nacional de 72 horas, demandando un incremento en el precio del pan de Bs 0,50 a Bs 0,70. Si sus exigencias no son atendidas, advirtieron con fijar unilateralmente el costo en Bs 1 y cesar el uso de la harina subvencionada que actualmente reciben del Gobierno.
“Queremos un precio justo para nuestra labor. Por eso ratificamos el paro de brazos caídos. Si no somos escuchados, produciremos sin subvención, con un precio de Bs 1 por unidad”, afirmó Rubén Ríos, ejecutivo de la Confederación de Panificadores de Bolivia.
La medida fue anunciada tras el fracaso de una reunión entre representantes del sector y autoridades gubernamentales, en la que no se logró alcanzar acuerdos. Según Ríos, los panaderos enfrentan severas pérdidas económicas debido a que el precio del pan se ha mantenido congelado en Bs 0,50 durante 15 años, una situación que calificó de “insostenible”.
“El costo de producción nos lleva a números rojos. Hemos sostenido este precio por años sin una justa reivindicación”, añadió el dirigente. También destacó que un análisis de costos realizado por el sector respalda la necesidad de ajustar el precio del pan para reflejar la realidad económica.
El Gobierno descarta la demanda de los panaderos
En respuesta, el viceministro de Políticas de Industrialización, Luis Siles, afirmó que no existe una justificación técnica para el incremento solicitado. Explicó que la harina, que representa el 65% del costo de producción del pan, es subsidiada por el Estado, lo que debería garantizar precios accesibles. Además, aseguró que el Gobierno está gestionando acuerdos para que los panaderos accedan a otros insumos, como manteca, levadura y azúcar, a precios regulados.
“La subvención a la harina es un esfuerzo importante del Gobierno para mantener la estabilidad en el precio del pan, y no vemos razones técnicas para este aumento”, señaló Siles.
Tensión en la provisión de un alimento básico
El conflicto amenaza con afectar la provisión de pan a nivel nacional, generando incertidumbre entre los consumidores. De no alcanzarse un acuerdo, la población podría enfrentar un aumento significativo en el precio de este producto básico, con repercusiones directas en la economía familiar.
Mientras los panificadores esperan una respuesta del Gobierno antes de que concluya el paro, los consumidores observan con preocupación el desarrollo de esta disputa, conscientes del impacto que un eventual incremento tendría en sus bolsillos.