NCYT.- El cáncer de mama es el más frecuente entre las mujeres; una de cada ocho lo padece. Recibir este diagnóstico es un acontecimiento que cambia la vida de cualquier mujer, por los sentimientos que afloran y la incertidumbre frente a lo que se viene. Cuanto más temprano se detecte, mejores son las opciones de curación, por eso es tan importante el autoconocimiento mamario, la mamografía y la consulta periódica al especialista.
Esta enfermedad consiste en la multiplicación anormal de las células de la mama. No hay una causa única que la provoque sino que es producto de diferentes factores de riesgo y estilos de vida, existiendo componentes tanto no genéticos como genéticos. De estos últimos, solo entre un 5 y un 10% son hereditarios y pueden predisponer a contraer la enfermedad.
Los principales factores que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de mama son la edad, en especial después de los 50 años, antecedentes personales o en la familia de cáncer de mama u ovario, tratamiento con radioterapia dirigida al pecho, tratamiento con hormonas, como estrógeno y progesterona luego de la menopausia, inicio de la menstruación a edad temprana o menopausia a edad tardía, edad avanzada en el momento del primer parto o nunca haber tenido hijos, obesidad, vida sedentaria, tomar alcohol.
Las mujeres con cáncer de mama tienen diversas opciones para tratar la enfermedad que dependerán de cada una en particular, su estado de salud, el tipo de tumor y otras cuestiones que el médico evalúa. Algunas son cirugía, radioterapia, hormonoterapia, quimioterapia y terapia molecular. La mayoría requiere varias de estas estrategias para combatirla.
La cirugía y la radioterapia son tipos de tratamiento local, es decir, se elimina o destruye el tumor en la mama y/o los ganglios. En cambio, la hormonoterapia, la quimioterapia y la terapia molecular son tratamientos sistémicos, lo que significa que la enfermedad se combate en todo el organismo, a través de la sangre.
Un equipo del Instituto de Genética Experimental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en Argentina estudia nuevas estrategias terapéuticas para atacar el cáncer de mama, específicamente del subtipo triple negativo, uno de los más agresivos y difíciles de tratar.
Estas estrategias consisten en la quimioterapia metronómica y el reposicionamiento de fármacos.
Según explica a Argentina Investiga la doctora Graciela Scharovsky, la primera consiste en administrar fármacos en dosis más bajas de las máximas toleradas que se utilizan en forma habitual para tratar a los pacientes pero en forma crónica, a intervalos regulares, sin períodos grandes de descanso.
Como en el tratamiento habitual se dan las dosis máximas toleradas, y estas resultan tóxicas, luego la paciente debe tener períodos de descanso para recuperarse; quizás ser internada y recibir otros fármacos para contrarrestar esas toxicidades. “El problema es que, en esos períodos de descanso, las células que no murieron y son más resistentes a la terapia comienzan a proliferar”, destaca la investigadora.
De allí surge la propuesta de la quimioterapia metronómica, en cuanto a dar dosis bajas pero sin ese descanso. Estas dosis no actúan tanto sobre la célula tumoral sino sobre su entorno, como los vasos sanguíneos que el tumor necesita para nutrirse y oxigenarse. Administrarlas de forma crónica, hace que el tumor no siga nutriéndose y frene su crecimiento. Otra diferencia es que los fármacos quimioterapéuticos no solo matan las células tumorales, sino otras células en proliferación como las del sistema inmune. En cambio, el uso de dosis bajas de ciertos fármacos quimioterapéuticos estimula la respuesta en vez de inhibirla.
En cuanto al reposicionamiento de fármacos, consiste en asignarle nuevos objetivos terapéuticos a medicamentos diseñados para otras patologías y administrarlos en combinación con otros tratamientos. Por ejemplo, “un quimioterapéutico como la ciclofosfamida y juntamente losartán, conocido para tratar la hipertensión, tienen un efecto conjunto antitumoral importante”. Cabe destacar que se utilizan en dosis que, generalmente, no causan toxicidad y pueden administrarse de forma oral. Asimismo, como estos fármacos están fuera de patente, se consiguen como genéricos y son más económicos.
Mejor calidad de vida
El equipo de la UNR trabaja en estas líneas de investigación desde hace más de 25 años. La doctora María José Rico cuenta que los estudios comienzan con una experimentación preclínica, ensayos in vitro, luego con animales y posteriormente existen varias etapas que tienen que ir cumpliéndose para llegar al ensayo clínico. Por ejemplo, la combinación de ciclofosfamida más celecoxib –un antiinflamatorio–, pudo ser llevada a la clínica en un ensayo fase I/II con pacientes con cáncer de mama avanzado, “con muy buenos resultados”.
Los profesionales analizan el efecto de estas combinaciones y estudian los mecanismos celulares y moleculares por los cuales se produce ese efecto, lo que permite saber qué se está atacando y qué podría sumarse a la terapia. Y, por otra parte, mantienen una interacción permanente con oncólogos clínicos, que son los que atienden a los pacientes.
Lo cierto es que estas nuevas terapias combinadas disminuyen el crecimiento de los tumores induciendo, en algunos casos, regresiones totales. También se detectaron efectos antimetastásicos. “Lo que se consigue es prolongar el tiempo de vida manteniendo esta una buena calidad, debido a la baja toxicidad del tratamiento”, afirman y resaltan que en la mitad de las pacientes estudiadas se obtuvo una sobrevida prolongada libre de progresión.
Debido a esto, los investigadores trabajan para que estas terapias formen parte de la batería oficial de tratamientos, quizás en etapas avanzadas de la enfermedad o combinadas con otras. “Probablemente, la primera etapa necesite un shock fuerte con la dosis máxima tolerada y, luego, para evitar que las células resistentes crezcan y formen metástasis, incluir estas nuevas terapias”, dice Scharovsky, quien explica que aún no están oficializadas porque falta sumar una mayor evidencia clínica.
Cabe destacar que, si bien estas terapias son investigadas en varios países, el equipo de la UNR fue pionero en establecer la combinación de los fármacos ciclofosfamida con celecoxib y con losartán para el cáncer de mama, cuyos resultados alentadores fueron publicados en diferentes revistas académicas. Los últimos resultados obtenidos, utilizando ciclofosfamida y losartán, fueron publicados en la revista académica Oncotarget.
En la actualidad, también desarrollan otra línea de investigación sobre cáncer de mama en animales que tienen esta enfermedad y síndrome metabólico con buenos resultados preclínicos. “Es muy frecuente la conjunción de pacientes obesas con síndrome metabólico y el desarrollo del cáncer de mama, lo cual dificulta la terapia”, explican.