Unos 60 mil pobladores de los municipios de Cabezas, Camiri y los territorios Autónomos de Kereimba y Charagua Iyambae del Chaco cruceño se beneficiaron con un proyecto para fortalecer y prevenir la atención de casos covid.
El proyecto “Fortalecimiento de las capacidades de respuesta al COVID-19-Chaco Salud”, estuvo a cargo de La Organización Panamericana de Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), junto al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Plan Internacional (PI) y financiado por la Unión Europea.
Se realizaron capacitaciones, instalación de salas situacionales, mejoramientos de sistemas de agua en centros de salud, entrega de equipamiento médico y materiales de bioseguridad, formación de equipos de respuesta rápida, organización de ferias de salud informativa y fortalecimiento de la vigilancia comunitaria y elaboración de planes de contingencia para enfrentar todo tipo de emergencias.
Freddy Segundo, médico y director del Hospital de Gutiérrez, ubicado en la autonomía indígena de Kereimba Iyambae (guerrero sin dueño traducido al español). El Hospital está a 212 km de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en la provincia Cordillera, en el Chaco boliviano. Kereimba Iyambae es parte de la nación guaraní, una cultura guardiana de raíces y tradiciones ancestrales.
El doctor Segundo y su equipo de 30 profesionales de la salud, afrontó el inicio de la pandemia por COVID-19 con insumos y equipamientos médicos escasos, telecomunicación difícil, personal de salud limitado, planificación deficiente y falta de agua potable, uno de los problemas históricos más críticos en el Chaco, una región subtropical semiárida con lluvias esporádicas. “Nuestro equipamiento, nuestra bioseguridad eran insuficientes y nos limitaba mucho”, indicó el galeno.
Entre octubre de 2021 y marzo de 2023, los municipios de Cabezas y Camiri y las autonomías indígenas guaranís Kereimba Iyambae y Charagua Iyambae se beneficiaron con la ejecución del proyecto que fue coordinado con el Ministerio de Salud y Deportes, las autoridades de salud del departamento de Santa Cruz, los municipios y las comunidades indígenas beneficiadas.
La ejecución duró 18 meses, los resultados del proyecto arrojan más de 60 mil pobladores beneficiados; 20 establecimientos de salud con sus capacidades fortalecidas y mejoradas en vigilancia epidemiológica, con la ampliación de la capacidad de atención clínica de COVID-19 y equipamiento e insumos nuevos; pobladores de 67 comunidades y pueblos indígenas comprometidos y sensibilizados con la prevención de nuevos casos de COVID-19.
El proyecto también cumplió la meta de optimizar los sistemas de agua en los establecimientos de salud y brindar agua potable suficiente y segura para uso doméstico. Facilitó insumos para reforzar las medidas de prevención y control de infecciones (PCI) con el uso del agua y el jabón y la protección de los trabajadores sanitarios y los pacientes en los entornos sanitarios. Distribuyó kits de higiene y manejo de la higiene menstrual (MHM) a las familias más vulnerables; así como capacitó en el monitoreo regular de la calidad del agua y distribuyó a la comunidad filtros de vela cerámica.
Liliana Cruz, madre que vive en Salitralmi, indicó que se valía de un ojo de agua a kilómetros de su vivienda para abastecerse o, en tiempo de estiaje, apelaba a la cosecha de agua de lluvia para llenar sus tanques, corriendo el riesgo de enfermar. Ahora cuenta con filtro de vela cerámica que le permite tener agua potable y segura, despejando el miedo que sus hijos sufran de enfermedades estomacales. “Pucha el filtro nos ayuda bastante no, porque ahí echamos agua y con lo que el filtro ya lo va colando se queda todo lo sucio arriba del filtro y pasa la agüita ahí abajo dulce y limpia”, expresó la comunaria.
La participación comunitaria fue esencial para el desarrollo del proyecto. Las comunidades estuvieron involucradas desde el inicio. Cristina Farel, es promotora de salud comunitario, habitante de Guirapayeti, participó en las capacitaciones comunitarias. En la actualidad tiene conocimiento sobre los riesgos de la transmisión de la Covid-19, la detección de señales de alarma y la prevención. Alienta a sus vecinos a actuar para cuidarse unos a otros y está dispuesto a cumplir con protocolos de respuesta operativa al Covid-19 dentro de los comités de operaciones de emergencias municipales e indígenas. Estas instancias de organización local en salud, cuentan con un plan de contingencia que han elaborado con mucho compromiso, ganas y entusiasmo, los diferentes sectores de los municipios de Cabezas y Camiri como también de las autonomías indígenas Kereimba Iyambae y Charagua Iyambae.
El Chipi y el Matico son plantas a las que los guaranís les otorgan propiedades medicinales. Crecen en la aridez de la tierra chaqueña y, según relatos de los Ipayes, curanderos o médicos tradicionales, sirvió para aliviar algunos síntomas de la Covid-19. El proyecto facilitó el intercambio de saberes del pueblo guaraní con el personal de salud, complementando aún más la salud intercultural en el Chaco, aportando al Ñande Reko o “modo de ser del guaraní”, para lograr, entre todos, el tekó kaví: “el buen modo de ser y vivir”.
El Chaco boliviano tiene el desafío de implementar y responder eficazmente a cualquier evento de emergencia sanitaria de magnitud como la covid-19. Juan Carlos Mamani, director del Centro de Salud “José Iyambae” del Área Isoso de Charagua Iyambae, señaló que gracias a este proyecto y toda la ayuda recibida están logrando atender con más calidez y calidad a las comunidades.