La cumbre del G20 comienza este lunes en Río de Janeiro, Brasil, marcada por divisiones profundas en torno a la guerra en Ucrania, el conflicto en Oriente Medio, la transición energética y la propuesta de un impuesto global a los superricos. El evento, que reúne a líderes de las economías más grandes del mundo, se lleva a cabo en el Museo de Arte Moderno de Río, bajo estrictas medidas de seguridad con más de 20.000 policías desplegados en el barrio carioca de Flamengo.
El anfitrión, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, enfrenta el reto de mediar en un entorno político fracturado. Entre los asistentes destacados se encuentran Joe Biden (EEUU), Xi Jinping (China), Claudia Sheinbaum (México), Javier Milei (Argentina), Emmanuel Macron (Francia) y Olaf Scholz (Alemania). Rusia, en cambio, está representada por su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, ya que Vladímir Putin, bajo una orden de captura internacional, declinó asistir.
Uno de los mayores obstáculos para un comunicado final consensuado radica en las tensiones por la guerra en Ucrania, que se acerca a su tercer año, y el conflicto en Oriente Medio, donde la violencia en Gaza y Líbano ha dejado más de 48.500 muertos este año. Las posiciones divergentes sobre estos temas entre potencias occidentales y países alineados con los BRICS —grupo liderado por Rusia y China al que Brasil también pertenece— dificultan las negociaciones.
Prioridades brasileñas
Brasil ha propuesto tres grandes ejes para la cumbre:
1. Erradicación del hambre: Lula lanzará oficialmente la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, con el apoyo de 39 países y 30 organizaciones internacionales. Según la FAO, 733 millones de personas sufrieron subalimentación crónica en 2023, lo que refuerza la urgencia de esta iniciativa.
2. Reforma de organismos internacionales: Brasil busca impulsar cambios estructurales en entidades como la ONU, el FMI y el Banco Mundial, para reflejar mejor las necesidades de las economías emergentes y fortalecer la gobernanza global.
3. Transición energética: Este tema dominará las discusiones del martes, en un contexto donde los países emergentes exigen financiamiento justo del mundo desarrollado para la lucha contra el cambio climático.
Propuestas polémicas
La iniciativa de un impuesto global a los superricos, promovida por varios países, enfrenta la resistencia de potencias como Estados Unidos y Alemania. Hasta ahora, las discusiones previas no han logrado convertir esta idea en un compromiso vinculante.
Por otro lado, la llegada de Javier Milei, presidente electo de Argentina, añade una capa de incertidumbre. Con posturas abiertamente contrarias a la Agenda 2030 de la ONU y a compromisos multilaterales en temas climáticos y de género, la posición de Argentina podría complicar las ya tensas negociaciones.
Implicaciones globales
La cumbre se produce en un momento crítico para la gobernanza global. Con el cambio climático como un desafío urgente, la desigualdad creciente y conflictos bélicos prolongados, el G20 tiene la responsabilidad de coordinar respuestas efectivas. Sin embargo, las divisiones internas ponen en duda la capacidad del foro para ofrecer soluciones concretas.
Además, la incertidumbre política en países clave como Estados Unidos, donde Donald Trump asumirá la presidencia en enero, añade complejidad a los esfuerzos multilaterales.