Infobae.- El principal grupo criminal de Brasil, el Primer Comando de la Capital (PCC) ya presente en Estados Unidos, África y Europa ha puesto ahora sus manos en Oceanía. Según una información exclusiva de Infobae, los narcotraficantes brasileños ya instalaron dos de sus células en Sydney, al sudeste de Australia, donde operan con una banda local de motociclistas. Según informes de la Policía Federal Australiana (AFP, en inglés) las bandas de motociclistas están ahora controladas por la mafia calabresa ‘ndrangheta, que además es socia comercial del PCC en Brasil y también colabora con él en Oceanía.
“La ‘ndrangheta está inundando Australia de drogas y ascendiendo en las filas de las bandas australianas de motoristas. Los miembros de la ‘ndrangheta se han hecho tan poderosos aquí que controlan algunas de estas bandas locales de moteros que mueven droga para ellos o llevan a cabo actos de violencia en su nombre”, informa la Policía Federal Australiana. En la mayor operación de su historia, Ironside, la AFP desmanteló en 2021 una red criminal de 383 personas y recuperó más de 6,3 toneladas de droga. Pero lo más importante es que esa operación dio una imagen clara de las redes criminales extranjeras que operan en Australia. De los 51 presos italianos, 14 pertenecen a la ‘ndrangheta.
La mafia calabresa está presente en Australia desde principios del siglo pasado, hasta el punto de que aún hoy se recuerda una sangrienta guerra en la que participaron algunas de sus familias y que tuvo lugar en la década de 1920 por el control del mercado de frutas y verduras de Melbourne. Desde entonces, la ‘ndrangheta “made in Australia” ha mostrado un rasgo único respecto a cómo se presenta en el resto del mundo, es decir, ha sido mucho más agresiva y violenta. El fiscal italiano Nicola Gratteri y el experto en ‘ndrangheta Antonio Nicaso escriben en su libro “La Malapianta” («La Mala Hierba» en español) que “probablemente pesen en esta modalidad inusual las hostilidades que la comunidad italiana ha encontrado en el camino hacia la integración. No hay que olvidar que Australia ha acogido en el pasado a los marginados, a los indeseables de la sociedad británica”.
A lo largo de los años, además de muchos trabajadores honrados, también han emigrado a Australia numerosas familias sanguinarias de la ‘ndrangheta procedentes de Platì, Siderno y Sinopoli. Aquí dirigen el tráfico no sólo de cocaína, sino también de metanfetamina. Su poder de acción es tan grande que en los años ochenta consiguieron matar al activista político Donald Mackay y a Colin Winchester, subjefe de la AFP. En 2008, cuando se incautó en el puerto de Melbourne la mayor cantidad de éxtasis de la historia, 15 millones de pastillas, más de 4 toneladas, junto con 150 kg de cocaína procedente de Italia, la policía descubrió que la ‘ndrangheta y la poderosa red criminal que se había construido en Australia a lo largo de los años estaban detrás. Detuvieron a Francesco Madafferi, Pasquale Barbaro, hijo de Domenico, uno de los jefes de la ‘ndrangheta más poderosos de Australia, John William Higgs, fundador de la banda de moteros “Black Uhlans”, con base en Melbourne, Rob Karam, exponente de una organización criminal libanesa, y otros tres ítalo-australianos.
Este complejo escenario delictivo explica cómo el PCC ha logrado establecerse en Australia durante los dos últimos años utilizando las mismas relaciones con la ‘ndrangheta que mantiene en Brasil. El 6 de marzo, un holandés de 25 años y un australiano de 49 fueron detenidos en el suburbio de North Rocks, al oeste de Sydney, cuando recibían un cargamento que había llegado del puerto de Pecém, en el estado brasileño de Ceará. El cargamento ya había sido interceptado por la policía brasileña a finales de noviembre del año pasado. Escondidos entre las paredes y el suelo de los quioscos de fibra de exportación había 600 kg de cocaína, que la policía brasileña localizó e incautó discretamente, dejando que el barco partiera hacia Australia como si nada hubiera pasado, para que sus colegas de Sydney pudieran averiguar a quién iba destinado el cargamento y, posiblemente, detenerlo. Ceará es la ruta perfecta hacia Oceanía. Es un feudo del PCC, porque Alejandro Herbas Camacho, hermano del líder del PCC Marcola, reinaba aquí antes de su detención. Y uno de los broker más famosos de la ‘ndrangheta, Rocco Morabito, operó aquí en los años noventa. En cuanto al Puerto de Pecém, del que el puerto de Rotterdam compró el 30% en 2018, es la única Zona Franca de Exportación de Brasil, lo que significa que las empresas que exportan a través de este hub pueden disfrutar de importantes exenciones fiscales.
La ruta de Pecém, así como de otros puertos brasileños como Santos, llega a Oceanía a través de Singapur, Indonesia, Taiwán o Hong Kong, que a menudo son también los destinatarios de parte del cargamento de cocaína con destino a Australia. Tanto es así que desde principios de marzo en el puerto de Santos – pero es una medida temporal de sólo dos meses prorrogables – es obligatorio que los cargamentos que viajan a estos países sean escaneados, una norma que antes no existía y que permitió al PCC actuar sin trabas. Esos mercados, recordémoslo, son muy atractivos para el crimen. Recientes investigaciones de la Fiscalía de San Pablo han revelado que el PCC compra cocaína a los países productores, Colombia, Perú y Bolivia, pagando entre 6.000 y 7.000 reales por kilo (entre 1.200 y 1.400 dólares). En Europa la revende, por término medio, a 35.000 euros el kilo y, en Australia, a un precio cuatro veces mayor.
En los últimos años se ha producido una evolución del modus operandi del PCC en Australia. Mientras que antes suministraba droga desde Brasil a traficantes locales, como ocurrió en 2020 cuando la policía australiana inició una investigación que llevó a la incautación de media tonelada de cocaína oculta en pulpa de plátano y vendida al australiano Mark Rene De Hesselle, propietario de Fruit Plus, una empresa de comercio de fruta, el control del PCC es ahora más fuerte y directo, gracias a su presencia en el país. Así se vio en el caso del buzo brasileño Bruno Borges, abandonado en el mar en aguas de Newcastle por el grupo de criminales con el que trabajaba tras caer enfermo. Borges había sido enviado por el PCC a Australia para ayudar al grupo comprador a recuperar la cocaína escondida en la quilla del barco, previamente insertada en Brasil probablemente por el propio Borges que, por tanto, conocía su ubicación exacta. El uso de buzos es una nueva técnica del PCC para ocultar mejor la droga. La policía australiana, a través de Interpol, busca también al presunto colega de Borges, el buzo Jhoni Fernandes da Silva, que tiene una empresa de inmersión aún activa en Praia Grande, muy cerca de Santos, epicentro de la logística del PCC. Esta historia muestra cómo el grupo criminal brasileño es ahora capaz de trasladar hombres de un continente a otro y, sobre todo, de ofrecer servicios logísticos a compradores en Australia, como los buzos que llegaron en avión directamente desde el gigante latinoamericano.
Ahora, sin embargo, crece la alerta por otra ruta que podría interesar al PCC, a saber, las islas del Pacífico, no muy lejos de Australia, y estratégicas por su ubicación también desde el punto de vista criminal. “Las islas del Pacífico están ubicadas a lo largo de las arterias comerciales que unen Asia y América con Australia y Nueva Zelanda, que cuentan con algunos de los mercados de consumidores de drogas más lucrativos del mundo”, explica a Infobae Virginia Comolli, responsable del Programa Pacífico de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC, por sus siglas en inglés), una importante red internacional de expertos en crimen organizado. En una serie de informes sobre el tema, Comolli destacó cómo “sindicatos asiáticos, cárteles centro y sudamericanos, bandas de motoristas y criminales de diversa naturaleza utilizan las islas como puntos de tránsito para la cocaína, las drogas sintéticas y, en menor medida, la heroína”. Algunos de estos paraísos “han desarrollado sus propios mercados de consumo y también han iniciado la producción nacional de metanfetamina. El aumento del número de criminales expulsados de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos también ha transformado la criminalidad en algunas islas”, explica Comolli a Infobae.
Cabe recordar que el PCC está tratando de ampliar su oferta en el mercado. Además de la cocaína y la marihuana, lleva tiempo interesado en las drogas sintéticas, ya sean metanfetaminas u opiáceos sintéticos. Por eso, las islas del Pacífico podrían ser un centro perfecto, especialmente para el transporte de precursores químicos fabricados en China hacia América Latina. Como alerta Virginia Comolli a Infobae, “la búsqueda de recursos naturales por parte de China ha llevado a muchas empresas chinas a instalarse en el Pacífico. Además, muchos empresarios chinos y de otros países han establecido negocios en el Pacífico, donde han encontrado entornos favorables para la delincuencia financiera, la ciberdelincuencia, el tráfico de seres humanos y la explotación laboral”. La isla de Vanuatu, en particular, parece tener un alto potencial criminal debido a un controvertido plan de “pasaportes dorados” que, a lo largo de los años y por un precio de 130.000 dólares, ha vendido de hecho la ciudadanía a más de 2.000 personas, con un historial crítico, entre ellas individuos buscados por la policía de todo el mundo. Para convertirse en ciudadano de Vanuatu, y esta es la paradoja, ni siquiera hay que poner un pie en la isla, con una enorme ventaja. En efecto, con un pasaporte de Vanuatu se puede entrar en la Unión Europea sin visado e incluso cambiar de identidad. Entre los compradores figuran italianos vinculados a la ‘ndrangheta. No hay noticias de que criminales brasileños se aprovecharan de este plan.
Sin embargo, es importante recordar que el gobierno brasileño ha inaugurado recientemente una nueva ruta comercial con Vanuatu. Mientras que antes la isla importaba principalmente margarina de Brasil, desde el año pasado llegan toneladas de carne de pollo procedentes principalmente del estado brasileño de Paraná, fronterizo con Paraguay, que es también una de las puertas de entrada de la cocaína en Brasil. Desgraciadamente, muchas veces las rutas comerciales son explotadas por el crimen organizado para el transporte de mercancías ilícitas, y las islas del Pacífico presentan ciertas vulnerabilidades que podrían hacerlas muy atractivas para los narcotraficantes brasileños.
“Hay dos categorías de factores que facilitan las actividades ilícitas en las islas”, explica Comolli a Infobae. “Por un lado, la existencia de regímenes fiscales y estructuras de derecho corporativo competitivas, registros marítimos abiertos y esquemas de pasaportes dorados que son implementados intencionalmente por las administraciones del Pacífico para atraer empresas e inversores extranjeros. Por otro lado, las vulnerabilidades van desde capacidades limitadas de supervisión y aplicación de la ley hasta conocimientos técnicos inadecuados (por ejemplo, para identificar esquemas de criptodivisas), pasando por procesos débiles de diligencia debida y, en algunos casos, corrupción de la administración pública”, señaló Virginia Comolli.