Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) anunciaron este sábado la muerte de Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, en un operativo aéreo realizado el viernes en Beirut. La información fue confirmada a través de Telegram por el portavoz militar israelí Nadav Shoshani, y posteriormente por la organización extremista libanesa.
Nasrallah, un miembro fundador de Hezbolá, fue abatido junto a Ali Karki, comandante del Frente Sur de la organización, y otros altos mandos, en un ataque cuidadosamente planificado. Según las FDI, la operación se basó en inteligencia proporcionada por agencias de seguridad israelíes, y fue ejecutada por aviones de combate de la Fuerza Aérea de Israel (IAF), que lanzaron un bombardeo preciso sobre el cuartel central de Hezbolá, escondido bajo un edificio residencial en el área de Dahye, en Beirut.
El ataque se llevó a cabo mientras Nasrallah y sus comandantes planificaban nuevas ofensivas contra Israel. El Ejército israelí describió la operación como un mensaje contundente para cualquier grupo o individuo que promueva el terrorismo contra su país. “El Ejército de Defensa de Israel continuará actuando contra cualquier persona que promueva y participe en actividades terroristas”, se señaló en un comunicado oficial.
El viernes por la noche, fuentes cercanas a Hezbolá ya habían informado que el contacto con Nasrallah se había perdido, lo que alimentó los rumores sobre su muerte. Sin embargo, esta vez las autoridades israelíes confirmaron la eliminación del líder, un hecho que marca un giro significativo en el conflicto entre Israel y Hezbolá, una organización que, tras los ataques de Hamas el 7 de octubre, ha intensificado sus agresiones contra Israel.
Un líder marcado por décadas de conflicto
Nacido en agosto de 1960, en un humilde barrio del este de Beirut, Hassan Nasrallah creció en medio de la guerra civil libanesa, un conflicto que marcó su juventud y lo llevó a unirse al Movimiento Amal, una organización político-militar chiita, a los 15 años. Posteriormente, conoció a Abbas Mousavi, su mentor, y se integró a Hezbolá en 1982, tras la invasión israelí al Líbano. En 1992, asumió la dirección del grupo tras la muerte de Mousavi en un ataque israelí.
Durante su liderazgo, Nasrallah consolidó a Hezbolá como un actor político y militar clave en El Líbano, logrando importantes victorias, como la retirada israelí del sur del país en 2000. Su cercanía con Irán le permitió a la organización contar con apoyo financiero y armamentístico, lo que derivó en una fuerte influencia política y social en el país.
Nasrallah se mantuvo durante más de tres décadas como una figura central en el escenario político-militar de la región, enfrentando crisis internas como la guerra civil siria y la crisis económica libanesa. Sin embargo, su retórica antiisraelí fue una constante, lo que lo convirtió en un objetivo de larga data para Israel.
Implicaciones de su muerte
La muerte de Hassan Nasrallah representa un golpe estratégico y simbólico para Hezbolá y su red de apoyo en Líbano e Irán. Su liderazgo consolidado y su capacidad de movilización lo habían convertido en una figura clave tanto para el ala militar como para el brazo político de la organización.
Este ataque puede escalar aún más las tensiones en la región, ya que Hezbolá podría buscar una represalia directa contra Israel. Además, pone de relieve la capacidad de Israel para llevar a cabo operaciones quirúrgicas contra líderes terroristas, lo que refuerza su posición en el complejo tablero de seguridad de Oriente Medio.
Por ahora, el futuro de Hezbolá sin Nasrallah es incierto, pero la organización, conocida por su estructura jerárquica y sus lazos con Teherán, probablemente buscará reagruparse bajo nuevos liderazgos para mantener su influencia en la región.