AP.- Cientos de habitantes de una región de Brasil azotada por las lluvias buscaban desesperadamente la manera de conseguir agua y otras provisiones el miércoles, después de que las inundaciones y deslaves dejaron aisladas a sus comunidades y causaron la muerte de por lo menos 48 personas.
Grupos de ayuda gubernamental y privada intentaban satisfacer las necesidades, pero la logística para llegar a las comunidades aisladas del estado de Sao Pualo estaba creando dificultades. Las autoridades señalaron que han reabierto algunos de los caminos dañados en la región, pero que la recuperación tomará tiempo.
Las tareas de rescate continúan, y los bomberos, policías y voluntarios conservan la esperanza de encontrar personas con vida entre los escombros de las casas destruidas por los deslaves. Alrededor de 1,730 personas han sido desplazadas y 1.810 quedaron sin casa, según el gobierno del estado de Sao Paulo.
Las personas que perdieron sus casas se encuentran albergadas en escuelas, kínders e iglesias de Sao Sebastiao. Ya se han distribuido alrededor de 7,5 toneladas de ayuda como alimentos, agua y paquetes de higiene para las víctimas, declaró el gobierno estatal.
Pero no toda la ayuda ha llegado a su destino, pues delincuentes han aprovechado el caos para saquear los camiones que llevan los donativos, declaró el gobernador del estado de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas al medio noticioso G1.
La ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, visitó el miércoles Barra do Sahy. Reuri Nascimento, un residente de 33 años, le contó a Silva que retiró 22 cuerpos con la ayuda de su cuatrimoto. Se quejó de que las víctimas de las inundaciones y deslaves han sido abandonadas y que no reciben los suministros.
“¿Por qué no está aquí la policía para ayudarnos? Están traficando alimentos, no sabemos a dónde va la comida”, subrayó.
Silva dijo que el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva estaba trabajando para mejorar la situación. “Vamos a tener que trabajar para adaptar la ciudad, enfocándonos en los más pobres, que son los que viven cerca de la ladera”, explicó la funcionaria.
Decenas de personas continúan desaparecidas, incluida la hija de 22 años de Antônio Muniz y su yerno. Recién casada, la hija de Muniz estaba viviendo en una casa alquilada en Barra do Sahy, un distrito del municipio costero de Sao Sebastiao, el cual fue el más afectado.
El miércoles Muniz escarbaba entre el fango en el lugar en el que solía encontrarse la casa en la que vivía su hija antes de que fuera destruida por un deslave.
“Pedimos la ayuda de Dios, para que al menos podamos encontrar su cuerpo”, comentó.
El municipio de Sao Sebastiao señaló que ya se han identificado 26 cuerpos, incluidos siete niños.
Famosa por sus centros de playa y rodeada de montañas, la zona afectada es un popular destino entre los ricos que prefieren celebrar el carnaval lejos de las enormes fiestas callejeras.
La escasez de suministros ha provocado tensiones entre los turistas adinerados y los residentes permanentes de menores recursos.
Cida Fonseca, una mujer de 47 años que vende pastelillos salados en la playa de Barra do Sahy, dijo que cuando su hija salió a comprar huevos no encontró más que agua.
“Están comprando todo. En lugar de tomar, deberían irse”, afirmó.
Fonseca ha perdido a amigos y familiares, y su casa quedó inundada pero no destruida. Para obtener agua potable, depende de una pequeña institución que está organizando donativos y alberga a personas sin hogar.
Lula visitó la región el lunes y pidió que la población que vive en las laderas de las montañas sea reubicadas en zonas más seguras. Pero algunos de los residentes que han abandonado sus casas descubrieron posteriormente que sus residencias habían sido saqueadas, dijo el gobernador De Freitas. Como resultado, algunos han regresado a sus viviendas, ubicadas en zonas de riesgo, y se niegan a evacuar, añadió.
El miércoles, un tribunal local le otorgó permiso al estado de Sao Paulo y al municipio de Sao Sebastiao para evacuar por la fuerza a los residentes de zonas de alto riesgo que se rehúsen a abandonar sus hogares, informó el gobierno estatal.
A un reportero de The Associated Press se le dijo que al lugar han llegado varios oportunistas a bordo de embarcaciones y que cobran a los turistas varados hasta 300 reales (casi 60 dólares) para realizar el corto trayecto entre Barra do Sahy y la comunidad vecina de Juquehy.
Pero el pescador Edmilson Germano ha estado haciendo el mismo recorrido sin cobro. El martes realizó 30 viajes para llevar a personas de Barra do Sahy a Juquehy y regresar con alimentos.
“Hacemos lo posible para ayudar a la gente”, dijo el pescador de 49 años.