En medio de la creciente tensión en Bolivia, el presidente de las 6 Federaciones del Trópico Cochabambino, Evo Morales pidió a sus seguidores suspender los bloqueos carreteros que han marcado 19 días de conflicto, y anunció que ingresará en huelga de hambre con el objetivo de presionar al gobierno de Luis Arce para establecer un diálogo. Morales, en una conferencia de prensa desde el Chapare, indicó que la medida busca evitar más enfrentamientos y ofrecer una salida negociada.
La declaración de Morales llega tras un operativo militar y policial que desató enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los bloqueadores en la zona de Parotani, Cochabamba. Durante más de diez horas, agentes del gobierno dispersaron a los manifestantes con gases lacrimógenos en un intento por liberar la carretera que conecta Cochabamba con el occidente de Bolivia, en un operativo que escaló la confrontación entre el “evismo” y el “arcismo”.
El dirigente enfatizó que su ayuno voluntario comenzará en la sede de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba y espera que esta iniciativa se extienda con el apoyo de nuevos piquetes. Morales también hizo un llamado a “países amigos y organismos internacionales” para que intervengan y faciliten el diálogo, en medio de lo que describió como una represión gubernamental injustificada. Morales pidió, además, que se suspendan las acciones militares y policiales para frenar la violencia y dar paso a una negociación.
El conflicto entre el movimiento de Morales y el gobierno del presidente Luis Arce refleja divisiones profundas en el Movimiento al Socialismo (MAS), donde el líder del MAS mantiene un núcleo duro de seguidores, mientras que el presidente Arce se enfrenta a una creciente presión política interna y externa.
Morales busca no solo evitar enfrentamientos, sino también reafirmar su liderazgo frente a una militancia que, bajo su dirección, ha impulsado bloqueos para exigir al gobierno mayores beneficios y una mayor autonomía en el Chapare. Analistas indican que este giro hacia la huelga de hambre podría presionar al gobierno a abrir negociaciones, pero también podría aumentar la tensión en una coyuntura ya polarizada.
Esta decisión también plantea interrogantes sobre el rumbo del partido oficialista y su estabilidad ante las próximas elecciones, dado que las divisiones internas del MAS podrían debilitar la cohesión política y la capacidad de movilización en Bolivia. La huelga de Morales busca poner de relieve la disposición de su facción a intensificar la lucha si no se obtienen respuestas satisfactorias del gobierno de Arce.