La ciudad de La Paz fue escenario este lunes de violentos enfrentamientos entre facciones del Movimiento Al Socialismo (MAS), entre los seguidores de Evo Morales, conocidos como “evistas”, y los adeptos al presidente Luis Arce, denominados “arcistas”. Tras concluir la marcha convocada por el sector de Morales, que arribó a la sede de gobierno con consignas de unidad, la tensión entre los grupos antagónicos estalló en la céntrica avenida Montes.
El choque entre ambos bandos se produjo cuando simpatizantes de cada facción comenzaron a lanzarse piedras y utilizar artefactos explosivos, incluidos cachorros de dinamita. Los transeúntes y residentes de la zona, sorprendidos por la violencia, buscaron refugio y se alejaron del área mientras la situación empeoraba. Según reportes de medios locales, como Cadena A, la pelea se extendió hasta las cercanías de la calle Pisagua, donde se encuentran las oficinas de la Central Obrera Boliviana (COB), que desde el día anterior habían sido resguardadas con vallas metálicas para prevenir incidentes.
A medida que el caos se intensificaba, la avenida Montes se transformó en un campo de batalla entre los “evistas”, que exigen cambios inmediatos en el gabinete ministerial de Arce, y los “arcistas”, quienes defienden la gestión presidencial. Estos últimos se mantienen en vigilia en la plaza Murillo, en un intento de proteger la Casa Grande del Pueblo, sede del poder ejecutivo. La diputada oficialista Deysi Choque, afín al presidente Arce, ratificó que la decisión sobre cambios en el gabinete es una facultad exclusiva del mandatario, desestimando el plazo de 24 horas que Morales había impuesto públicamente para la remoción de ministros.
Los enfrentamientos entre ambos grupos no solo revelan una profunda división interna en el Movimiento al Socialismo (MAS), sino que también generan incertidumbre sobre el futuro del liderazgo dentro del partido. La figura de Evo Morales, aún influyente en las bases del MAS, y la presidencia de Luis Arce, sostenida por un sector moderado que busca estabilidad, se encuentran en una colisión que amenaza con fragmentar al partido gobernante.
Aunque no se han reportado víctimas fatales hasta el momento, el uso de explosivos y balines en los enfrentamientos pone en riesgo la seguridad de los habitantes de La Paz y subraya la gravedad de la crisis. Las implicaciones de este conflicto interno son profundas: mientras Morales presiona por cambios drásticos, el gobierno de Arce se enfrenta a un desafío que podría comprometer su legitimidad y capacidad de gobernar de cara a las próximas elecciones.
La situación sigue siendo tensa, y los ciudadanos de La Paz esperan que las autoridades puedan contener esta escalada de violencia antes de que se produzcan consecuencias más graves. En tanto, la vigilia “arcista” en la plaza Murillo continúa, mientras los “evistas” no muestran señales de retroceder en su postura. El desenlace de esta crisis interna podría marcar un punto de inflexión para el MAS y el futuro político de Bolivia.